BAGDAD (AP) — El servicio meteorológico de Irak pronosticó el jueves un fuerte aumento de la temperatura para la semana próxima, con máximas de 51 grados centígrados (124 Fahrenheit), que se suma a los problemas diarios de los iraquíes, que ya enfrentan una deteriorada situación de seguridad y una carencia en los servicios públicos.
El calor intenso es habitual durante el verano iraquí, y es agravado por los cortes frecuentes de energía eléctrica. Los que pueden, viajan a lugares más frescos en países vecinos, y los que no, permanecen en sus casas o van a nadar a los ríos Tigris y Éufrates.
En algunos lugares públicos se han instalado regaderas para los que quieren refrescarse, y es frecuente ver a conductores de taxis y vendedores callejeros con pañuelos mojados en la cabeza.
El jefe del servicio meteorológico, Haider Habib, dijo a The Associated Press que la temperatura alcanzó 50 grados (122 Fahrenheit) el jueves en el sur del país. Las ciudades de Basora y Maysan registraron el récord de calor en julio con 52 grados (125 Fahrenheit).
El año pasado, las temperaturas alcanzaron los 51 grados (123,8 Fahrenheit) en Bagdad y un máximo de 53 grados (127,4 Fahrenheit) en Basora, forzando al gobierno a anunciar dos días de feriado obligatorios.
A diferencia de otros países en la región, Irak no tiene muchos destinos turísticos donde la gente pueda escapar del calor sofocante, lo que deja a los residentes con pocas opciones como viajar a la región autónoma de Kurdistán, nadar en los ríos y canales de irrigación, pasar el rato en los centros comerciales con aire acondicionado o quedarse dentro de sus casas.
Para agravar sus padecimientos, la pésima situación de la electricidad en años anteriores causó protestas, algunas de las cuales se volvieron sangrientas luego de que las fuerzas de seguridad abrieran fuego.
Faiq Abdul-Karim, vecino de Basora, planea como otros huir de la ciudad en los próximos días para ir a Turquía. Adbul-Karim no sólo escapa del calor, sino también de la dominación de los islámicos que impidió la venta de alcohol en bares desde la invasión de Estados Unidos en 2003.