Pakistán reforzó su seguridad el viernes con una gran operación, lanzada tras el sangriento atentado suicida, que dejó al menos 70 muertos en un santuario sufí en el sur del país.
El atentado del jueves, reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico (EI), ocurrió en el santuario sufí Lal Shahbaz Qalandar, en la ciudad de Sehwan, a unos 200 km al noreste de la megápolis portuaria de Karachi.
"Las fuerzas de seguridad federales y provinciales y la policía lanzaron una vasta operación en todo el país y numerosos sospechosos fueron detenidos en varias ciudades", dijo a la AFP un responsable gubernamental que solicitó el anonimato.
La operación continuará en los próximos días, agregó.
Al menos 18 "terroristas" murieron en la provincia de Sindh, informaron los Rangers, una fuerza militar auxiliar del ministerio del Interior. Otros 13 "terroristas" murieron en el noroeste del país, según la policía de la ciudad de Peshawar.
Un portavoz del ejército, Asif Ghafoor, consideró que los recientes atentados habían sido planificados desde Afganistán y anunció que el gobierno de Kabul había sido llamado a actuar y entregar a "76 terroristas que se esconden" en ese país.
El ejército anunció asimismo el "cierre" de la larga y porosa frontera entre ambos Estados.
Los países vecinos se acusan mutuamente albergar santuarios de insurgentes extremistas que cometen atentados al otro lado de la frontera.
– 'Otro día, otra bomba' –
La tensión es aún mayor dado porque el atentado es solo el último en una semana sangrienta en Pakistán, donde se han producido otros ataques suicidas a cargo del movimiento talibán en varias ciudades del país.
Todos estos eventos han consternado a una población que empezaba a reponerse y recuperar un relativo sentimiento de seguridad tras años de violencia.
"Otro día, otra bomba", tituló el diario The Express Tribune en su edición del viernes.
"La ilusión de Pakistán seguro y pacífico estalló en forma sangrienta, en los edificios, las carreteras y los lugares públicos de todo el país", afirmó el editorial del diario.
Los ataques subrayan la lucha de Pakistán para acabar con el extremismo, que se intensificó después del ataque más mortífero ocurrido en el país, un asalto de los talibanes paquistaníes contra una escuela en Peshawar en 2014, que dejó más de 150 muertos, la mayoría de ellos niños y adolescentes.
Pero muchos críticos advierten sin embargo que las medidas tomadas por el gobierno pueden ser insuficientes.
Para el analista paquistaní Amir Rana, "las agencias de seguridad (nacionales) debe revisar sus actividades antiterroristas", ya que en la actualidad apenas se coordinan y no aprovechan lo suficiente las informaciones a su disposición, considera. Esto las hace incapaces de "romper la infraestructura terrorista en el interior de las ciudades", opina.
– Decenas de niños entre las víctimas –
En Sehwan, los primeros expertos en medicina legal llegaron el viernes por la mañana al lugar del drama, que seguía lleno de policía, constató la AFP.
Un kamikaze entró en el santuario y accionó la carga explosiva que portaba cuando se encontraba en medio de los fieles. El lugar estaba atestado de gente por ser jueves, día de rezo considerado sagrado para esta comunidad, rama mística del islam que algunos grupos radicales consideran como herética.
El suelo del lugar sagrado seguía cubierto de sangre y escombros, zapatos o biberones abandonados. Al menos 20 niños podrían figurar entre las víctimas, según el jefe de la unida médica de Sehwan, Moeen Uddin Siddiqui.
Estoico, pese al horror vivido, el guardián del santuario hizo sonar este viernes, a las 03H30 de la mañana (22H30 GMT del jueves), como todos los días la campana del santuario.
"No me voy a poner de rodillas ante los terroristas", dijo el guardián a la AFP.
El balance aún provisional es de 70 muertos y 250 heridos, de los cuales 40 se hallan en estado crítico, informó el ministro de Salud de la provincia de Sindh, Sikandar Ali Mandhro.