Un historiador y un periodista uruguayos están en problemas por la difusión de una historia ocurrida en 1972. La imagen capturada por una alumna que conmovió al país.
En 1972 la familia Ventura-González de Salto, Uruguay, lloró durante varios días a uno de sus hijos que había muerto en un accidente de tránsito. Ya en ese entonces, una vieja costumbre había sido cambiada recientemente en el Cementerio Central, patrimonio cultural de esa ciudad: los cuerpos sin vida de los menores podían descansar eternamente en panteones familiares y no era necesario enterrarlos. Y así lo hicieron.
El tiempo pasó y la familia visitaba frecuentemente el panteón, vigilado de cerca por la figura de un arcángel detenido en su puerta. Pero 44 años después, en abril de 2016, un grupo de estudiantes del Liceo 2 "Antonio Grompone", de esa localidad norteña uruguaya, realizó una visita para conocer el lugar. Fueron con el profesor de Historia José Buslón y comenzaron a tomar fotografías por el lugar. La consigna era cazar símbolos. Terminaron "cazando" otra imagen.
Al regresar a sus hogar, después de haber tomado cientos de imágenes, una de las alumnas se sorprendió al ver en su monitor la escalofriante presencia de un niño detrás de una cortina en uno de los panteones. El pequeño parecía vestido con un pantalón negro y camisa beige, bien peinado y mirando hacia afuera, a través del vidrio de la puerta. La inscripción en mármol en la parte superior de la pequeña casita decía: "Ventura-González". La foto se viralizó en pocas horas. Y no sólo en Salto, sino en todo Uruguay.
Fue entonces que el equipo televisivo de Canal 12 y el conductor Guillermo Lockhart viajaron hacia allí. Querían conocer más de la historia del "niño fantasma" que recorría el país. El periodista también tenía pensado escribir un libro. Una docente retirada dijo conocer algo sobre un niño que había muerto en un accidente de tránsito hacía tiempo en Salto, que era amigo de su hijo. Al ver la imagen que recorría el país, el hombre confirmó que se parecía mucho a quien supo conocer cuando era pequeño.
Buslón y sus alumnos continuaron investigando. Comprobaron que efectivamente que el siniestro había ocurrido. Consiguieron el nombre del niño. Consiguieron la partida de nacimiento. Volvieron a los registros del cementerio para conocer más sobre la historia. Allí supieron del viaje que había recorrido el cuerpo del pequeño. Había sido trasladado del panteón familiar hacia otro lado, hacía ya años.
En Salto, buscaron desesperadamente algún familiar del "fantasma" que pudiera aportar más datos sobre su vida. Hallaron a sus hermanas, quienes nunca lo conocieron porque nacieron después de que él muriera. Todos viajaron a Montevideo y se reunieron también con Lockhart. Al poco tiempo, finalizaron el libro Voces Anónimas que fuera presentado en la última Feria del Libro en la capital uruguaya.
Pero la familia comenzó a inquietarse. Luego de una entrevista televisiva que ofreciera Buslón, una de las hermanas lo llamó para advertirle que sentían que la intimidad de la familia estaba siendo vulnerada. "Le respondimos que no, pero que estábamos dispuestos a reformular partes del relato", cuenta el historiador al diario El País. Luego un intimidante telegrama: "prohibido hablar del asunto".
Pero las mujeres no estaban conformes y no terminaron en ese punto y la disputa escaló. Hace una semana, Buslón recibió una citación por parte de la justicia por su investigación. La demanda se eleva a los 900 mil dólares por haber hecho explotación de la imagen familiar sin su autorización. También podrían demandarlo por derechos de autor e imagen.
Lo que comenzó como una investigación estudiantil, se convirtió en un dolor de cabeza para Buslón y Lockhart. Sin embaro, tienen todo para ganar: en su carácter de historiador y periodista ambos hicieron lo que creyeron estaba en su derecho. Y así lo defenderán ante la justicia.