En la víspera de este 30 de mayo, le presentamos la historia de Doña Luz Marina Aguilar y sus hijas, Las Chinchilla del barrio Las Torres, a quienes esta madre y abuela "pencona", les ha transmitido el ejemplo del trabajo incansable y honrado.
El sonido del palmear de las tortillas se escucha desde muy temprano en la casa de Las Chinchilla, porque la madre y abuela de esta familia les ha enseñado que ahí el trabajo no debe parar.
“Yo me levanto a las 2 y media de la mañana todos los días, para comenzar a palmear a las 4 y media”, dijo Raquel Chinchilla Aguilar, mujer emprendedora y trabajadora, hija de Doña Luz Marina.
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El pequeño negocio de tortillas surgió por casualidad, gracias a las visitas que llegaban a este hogar, cuando emigraron de Villa El Carmen a Managua hace 30 años.
“Al ver una tortilla aseadita, dorada, caliente, empollada, entonces la gente me comenzó a pedir que les vendiera una, que les vendiera dos, y así fui comenzando. Al principio hacía un cuartillo”, recordó Doña Luz Marina Aguilar.
Negocio familiar
Cada día se muele y palmea más de un quintal de maíz en este pequeño negocio familiar que asumió su hija, pero que la matriarca empezó como apoyo para su esposo y de esa manera sacar adelante a su familia.
“Mi esposo quedaba en el molino y yo me ponía a hacer las tortillas y así fui abriendo clientelita, hasta que un día mi hija me dijo que iba ella a trabajar en las tortillas para ayudarnos”, expresó la amorosa madre y abuela.
El trabajo digno, incansable y honrado es lo que ha inculcado la matriarca en sus hijas, cada una de las cuales genera empleo para otros y aporta a la economía familiar.
“Tengo dos hijas que tiene sus puestos de tortillas, la otra tiene un negocio como de ferretería, la otra es profesora y la otra es la del cerdo”, comentó la señora Aguilar.
Hace 3 años falleció el patriarca de la familia, Don Juan Chinchilla, cuyo legado continúa vivo en su esposa, quien recuerda toda una vida de lucha y trabajo a su lado.
“Venía a vender trigo o maíz a Managua o iba a San Rafael del Sur a traer cemento y venía aquí a Managua a dejarlo. Cuando no le llegaban los ayudantes yo dejaba a mis niñas pequeñas con mi suegra y yo me venía a descargar con él”, evocó Doña Luz Marina.
Producto del amor
Media docena de hijas fueron las que dio a luz doña Luz Marina, las que asegura son su tesoro y su más grande orgullo tras 47 años de matrimonio.
“Es un ramo de flores, que como le dije a mi marido (cuando agonizaba): ándate tranquilo porque me dejas con el ramo de rosas que es producto de nuestro amor”, destacó la amable abuelita.
Ese legado de trabajo incansable, honradez y valores de Doña Luz Marina es reconocido por sus hijas y nietos.
“El mejor ejemplo que nos ha dado es que nos ha enseñado a trabajar y a ser honrados principalmente”, dijo orgullosa Raquel.
“Mi abuelita ha sido una mujer trabajadora que ha enseñado tanto a sus hijas como a sus nietos, al trabajo digno y honrado”, adujo el nieto de Doña Luz Marina, Juan Arnulfo Obando.
Esta familia envía un mensaje a los hijos que pueden celebrar con sus madres y abuelas este 30 de mayo.
“Quieran a sus madres, a sus padres también, porque nosotras no tenemos al de nosotros y nos hace mucha falta; que lo quieran, que lo cuiden ahorita que lo tienen”, fueron las palabras de Raquel.
“Este 30 de mayo le quisiera decir a mi abuelita que la amo mucho y que ella significa mucho para mí en mi vida”, puntualizó el joven.