La sorprendente decisión de Lionel Messi de marcharse del Barcelona alteró el proyecto de reconstrucción del club sin siquiera haberlo comenzado.
Luego de la ignominiosa derrota 8-2 ante el Bayern Múnich en la Liga de Campeones, el Barcelona prometió “cambios profundos” en su primer equipo.
La premisa era que el crack argentino sería el eje de un Barcelona distinto, con Ronald Koeman como nuevo técnico y la llegada de nuevos jugadores. Pero el método empleado por el equipo para realizar los cambios pudo haber espantado a Messi.
El seis veces ganador del Balón de Oro mantenía una relación tensa con la directiva, algo demasiado evidente durante todo el último curso. Al parecer no le gustó para nada que Koeman le comunicara a varios jugadores clave que no entraban en sus planes.
Y lo que pudo haberle irritado más fue que uno de los caídos en desgracia era Luis Suárez, viejo compañero y amigo de Messi. Las familias de Messi y el delantero uruguayo son cercanas, soliendo irse de vacaciones juntas. Se les vio este año en un yate que navegaba la costa de Ibiza, disfrutando de las islas Baleares.
La lista negra de Koeman, según versiones de prensa, también incluyó a Arturo Vidal, Ivan Rakitic y Samuel Umtiti. El técnico quiere mantener a Gerard Piqué y Sergio Busquets, pero se duda del futuro de jugadores que han estado identificados con Messi por mucho tiempo.
Con un equipo repleto de treintañeros, el Barcelona transitó una de sus temporadas más decepcionantes, la primera sin un título desde 2007-08. Luego de la caída ante el Bayern, el club anunció una suerte de revolución.
Koeman se desvinculó como timonel de Holanda y aterrizó en Cataluña para reemplazar a Quique Setién en el banquillo. Se convocaron elecciones presidenciales para el próximo septiembre.