Si se encuentran con un coreano lo invitan a un trago

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De milagro, pero México está en octavos de final. Y el día de ayer no fue por méritos propios, si no gracias a la victoria in extremis de Corea de Sur ante Alemania. En el horizonte, Brasil se antoja como el rival al que se enfrentará el Tri en la siguiente ronda. Habría sido demasiado injusto caer eliminados después de los dos primeros partidos que realizó el equipo de Juan Carlos Osorio.

Jesús Gallardo vio a los trece segundos la tarjeta amarilla más rápida de la historia de los mundiales. El lateral izquierdo fue amonestado en una disputa por alto en la que el colegiado creyó que el '23' del Tri golpeaba con el brazo en la cabeza del jugador sueco.

En el minuto 27 y después de una posible mano de Chicharito en el área mexicana, los árbitros del VAR le comunicaron al árbitro que consultara la jugada en la televisión para decidir. Fueron unos segundos en los que los corazones de la afición mexicana se helaron esperando la decisión del silbante, que finalmente decidió no pitar nada. La cara del delantero del West Ham mientras esperaba a que el árbitro tomase una decisión mostraba una incredulidad total.

 

Osorio repitió una alineación por primera vez en los 51 partidos al mando del Tri y perdió. El buen papel del equipo ante Corea del Sur fue motivo más que suficiente para devolver la confianza en estos once hombres, que no pudieron repetir la victoria.

Hoy no fue el día del Chucky Lozano. Estuvo algo más participativo en la primera parte, pero en los segundos cuarenta y cinco minutos la estrella de México no tuvo ninguna incidencia en el juego. En líneas generales, una segunda parte para olvidar de todo el equipo.

El primer gol de Suecia mató al Tri. Lo dejó aturdido. Nadie cubrió la espalda de Édson Álvarez y Augustinsson fusiló a placer al Memo Ochoa, que nada pudo hacer para evitar el gol.