Además de por su desenlace, el Mundial de Rusia será recordado por la introducción del uso de la tecnología y su incidencia directa en el resultado de la misma manera que los Juegos Olímpicos de México fueron pioneros con los controles antidopaje. El gesto de los jugadores con los índices dibujando un rectángulo forma ya parte de la vida cotidiana del aficionado, que ha adoptado la palabra VAR con la misma familiaridad que anteriormente acopló la tarjeta amarilla -introducida en el Mundial de 1970– o el fuera de juego.
Cuando aún queda un 40 por ciento de partidos por disputarse, la edición actual ya ha superado el número de penaltis pitados respecto a cualquier otra anterior (19), casi el doble de los últimos Mundiales a estas alturas y también el que menos minutos se han necesitado para que el árbitro señalase el punto de penalti. En ocho de ellos fue necesaria la intervención de la repetición para pronunciarse a favor de pitarlo. En cambio, en el Brasil–Costa Rica la cámara lenta descubrió que Neymar se había tirado y el holandés Kuipers dio marcha atrás.
"El Mundo del fútbol está más o menos de acuerdo con la introducción del VAR, de manera que se puede contemplar como un acierto", apunta el colegiado internacional Carlos del Cerro, voz que se corresponde con la opinión generalizada del estamento.
En un deporte poco receptivo a los cambios y que aún genera ciertas dudas entre los jugadores que muchas veces lo interpretan como si fuera una prebenda suya al estilo del ojo de halcón tenístico, el VAR ha llegado para quedarse porque es una herramienta maravillosa. Según un estudio de 'The Economist' reduce los errores un 80 por ciento, aunque su uso anterior en las ligas domésticas en las que se introdujo –Bundesliga, Italia, Portugal entre las europeas- no incrementó el número de penas máximas como sí ha ocurrido en este Mundial.
Gran ayuda al colegiado
"Evidentemente", apunta Del Cerro, "tiene una influencia directa en los penaltis señalizados. Pero eso es bueno. Antes había jugadas que se nos escapaban por posición, por obstaculización en la visión de un jugador, por la velocidad de juego… ¡Por mil razones! Ahora se juzgan y se penalizan".
El aislamiento fuera del estadio del cónclave de árbitros, cinco en el caso de Rusia 2018, que decide las jugadas polémicas, además, beneficia la imparcialidad. El estudio mencionado demostró que los penaltis a los equipos locales disminuyeron en Alemania, Italia, Australia y Estados Unidos, manteniéndose en los mismos números en la Primeira Liga portuguesa.
A Griezmann le correspondió el honor de haber materializado el primer gol producto de la tecnología en un Mundial, cuando el uruguayo Cunha recurrió a la ayuda que desde los cuarteles generales de Moscú le proporcionaron a través del visionado en el Francia-Australia. El fútbol del siglo XXI, aunque Carlos Queiroz lo acuse de "intelectualizarlo".