Que Cristiano Ronaldo iba a ser una estrella del fútbol mundial se sabía desde que el portugués brillaba en las categorías inferiores del Sporting de Portugal, pero como en todas las profesiones del mundo, cualquier joven necesita que le den una oportunidad. El portugués se la ganó con un enfrentamiento de su equipo ante el Manchester United en Liga de Campeones. Entonces Álex Ferguson se quedó prendado de su juego, pero el ayudante del preparado escocés dio el empujón final para que la operación se llevara a cabo.
El segundo entrenador del los de Red Devils por entonces era Carlos Queiroz, también portugués y conocedor de lo que podía dar sobre el terreno de juego su paisano. "Fui su entrenador y amigo dentro y fuera del campo", señaló el hoy seleccionador en su día antes de desvelar la manera en la que se llevó a cabo el traspaso. "Su decisión de trasladarse hasta Manchester para jugar en el United se llevó a cabo en mi casa de Lisboa. En mi salón de estar, junto a mi familia, le pedí a Sir Álex Ferguson que viniera hasta Portugal para resolver unas negociaciones que se habían estancado un poco. En ese momento, sentí que era mi deber tanto como amigo como por ser su futuro entrenador. No me arrepiento de la decisión tomada".
Admiración mutua
Tras su etapa en Portugal, Cristiano Ronaldo llegó a Old Trafford para ponerse bajo las órdenes de la dupla que formaban Ferguson y Queiroz. Debido a que ambos eran portugueses, el técnico fue un gran apoyo en la etapa de adaptación del futbolista a su nueva vida y gracias a su profesionalidad, se ganó el respeto y admiración de un mister que volvió a entrenarle años después en el mundial de Sudafrica de 2010.
"Un día le dije que sería el Michael Jordan del fútbol. Creció mucho como futbolista y tenía un poco de Figo y otro de Ronaldo Nazario. Era genial rematando con los dos pies, en las faltas y en las asistencias", destacó un Carlos Queiroz orgulloso de haber podido poner su granito de arena en la carrera de una leyenda del fútbol.
