Se fue de Sudáfrica vilipendiado por haber evitado un gol con las manos, en lo que muchos consideraron un gesto antideportivo. Y cuatro años después se fue de Brasil vilipendiado por haber mordido a un rival.
Ahora Luis Suárez quiere enderezar la historia y redondear un Mundial sin revuelo, dando de qué hablar por sus dotes de goleador y no por su indisciplina.
El artillero del Barcelona adelantó que desea sacarse “la espina a nivel personal” que tiene clavada tras su suspensión por nueve partidos por morder al italiano Giorgio Chiellini en Brasil 2014.
Ese episodio y otro en el que evitó la caída de su marco ante Ghana rechazando el balón con las manos marcaron su carrera.
El incidente con Ghana se produjo en las postrimerías del partido. Los africanos seguramente habrían ganado de haber anotado el penal. Sin embargo, lo fallaron y Uruguay salió airoso en la definición desde los doce pasos avanzando a las semifinales.
La mordida a Chiellini cuatro años después ocurrió también hacia el final de un duelo que estaba empatado 0-0. El árbitro no vio la falta y concedió un tiro de esquina a Uruguay, que en esa jugada anotó un gol y terminó ganando 1-0 y eliminando a Italia.
En ambos casos se dijo que Uruguay había avanzado con artimañas sucias y Suárez se hizo de una mala fama que no ha podido borrar.
La mordida a Chiellini, después de todo, fue el tercer incidente de ese tipo que protagonizó. Ya había mordido a Otman Bakkal en 2010 cuando jugaba para el Ajax y a Branislav Ivanovic en 2013 cuando jugaba para Liverpool.
En alguna ocasión admitió haberse tirado para fingir una falta y en 2011 fue castigado por las autoridades del fútbol inglés por hacer comentarios discriminatorios al jugador de raza negra Patrice Evra, algo que Suárez niega.
Con estos antecedentes, la carrera de Suárez parecía acabada tras la sanción de 2014. Sin embargo, Barcelona le dio una nueva oportunidad y el uruguayo la está aprovechando al máximo. Se ha cansado de hacer goles con la casaca blaugrana y lo une una estrecha amistad con Lionel Messi. También es el máximo goleador en la historia de la selección charrúa, con 51 tantos.
No ha protagonizado incidentes serios desde entonces. Pero las dudas persisten.
Es habitual verlo discutir con los rivales y con los árbitros. Cuestiona a menudo las posiciones adelantadas que le cobran. Va siempre fuerte al balón y comete bastantes infracciones.
Así, la pregunta obligada es: ¿Será Suárez capaz de controlar sus impulsos en Rusia?