Hace cuatro años Gabriel Jesús pintaba las calles de Jardim Peri, una favela de Sao Paulo donde abunda el crimen y los niños juegan al fútbol junto a arroyos malolientes.
Hoy, a los 21 años, se apresta a lucir la camiseta número 9 de la selección brasileña en la Copa Mundial y los residentes de la favela pintan su imagen en los muros para agradecerle el ejemplo que da.
Más de una docena de viviendas muestran imágenes del artillero del Manchester City festejando un gol como si estuviese llamando a su madre Vera Lucía, algo que ha pasado a ser su sello distintivo. El propio delantero vino a ver un mural con su imagen de 34 metros (112 pies) en verde, amarillo y azul.
“Espero ver algún día un mural mío allí”, expresó Felipe Araujo, un niño de 11 años que desplegaba su talento en una canchita de Jardim Peri y que sueña con emular a Gabriel Jesús. “Gabriel nunca se olvidó de nosotros, hace que nos sintamos orgullosos, se merece lo que está viviendo”.
Gabriel Jesús, conocido aquí como Tetinha y quien vivió en una modesta casa a pocos metros en la calle Capitao Ulisses Soares de Campo hasta los 16 años, dijo que se sintió emocionado al ver el tributo, que fue costeado por uno de sus patrocinadores.
Jardim Peri es tan importante para el 9 de Brasil que tiene tatuado su nombre en su brazo derecho. En todas sus plataformas de redes sociales tienen fotos del lugar. Sus amigos y su familia siguen viviendo allí. “Me fui de Peri, pero Peri nunca me dejó”, dice a menudo en sus entrevistas.
Pocos jugadores del mundial de Rusia han sufrido cambios tran dramáticos en sus vidas como los de Jesús.
Cuando Brasil organizó el último mundial hace escasos cuatro años, Gabriel Jesús apenas podía pagar el pasaje de autobús para ir a los entrenamientos en un club del norte de Sao Paulo. Si le sobraba algún peso, recuerda su amiga Gisele Xavir, compraba golosinas en su bar.
“Siempre le gustó la comida, le encantan las gaseosas y las galletitas”, dijo Xavier en su bar, en cuyas paredes hay varias camisetas donadas por Gabriel Jesús. “Nunca lo vi bebiendo cerveza, ni siquiera cuando veía aquí los partidos de la Copa Mundial de hace cuatro años”.
Luis Diniz, tío del delantero, vive en Jardim Peri desde hace 30 años y dice que extraña a su sobrino correteando y celebrando los goles como si fuese Carlos Tévez, el ariete argentino que militó en Corinthians en el 2005 y el 2006. Una década después, Gabriel Jesús jugaba para el gran rival corinthiano, Palmeiras.
“Gabriel siempre fue un gran muchacho. Le gustaba estudiar y jugar. Ahora los chicos lo imitan. Es un motivo de orgullo para el barrio y para nuestra familia”, manfiestó Diniz.
Es posible que Gabriel Jesús sea al delantero más joven que luce la casaca brasileña en un mundial en 60 años. Cuando el técnico Tite asumió la dirección de la selección en medio de una gran crisis, el delantero de Palmeiras peleaba la titularidad con Gabriel Barbosa, quien regresó a Brasil este año después de militar en el Inter de Milán y en Benfica.
Dos goles de Gabriel Jesús encaminaron a Brasil a una victoria por 3-0 sobre Ecuador en las eliminatorias del mundial en el debut de Tite. De allí en más Gabriel Jesús fue titular, incluso cuando Firmino empezó a brillar con Liverpool.
Tite dijo hace poco que la familia y los amigos de Gabriel Jesús son vitales en su adaptación a Manchester y que eso ayudó a la selección.
Para sentirse mejor en Inglaterra, Gabriel Jesús se llevó consigo a Higor y Fabio, dos amigos de la infancia, y a su primo Alan.
“Gabriel viene cada vez que tiene vacaciones, todos lo quieren aquí”, expresó Alan. “Si Tetinha es campeón mundial en tan poco tiempo, pintarán su rostro en todo el barrio”.