El Barcelona, un equipo poco dado a fichar a mitad de temporada, ha batido este invierno todos los récords al invertir 131,8 millones de euros -más variables- en el centrocampista brasileño Philipe Coutinho (Liverpool) y el defensa colombiano Yerry Mina (Palmeiras) .
Hasta hora, el club catalán se había reforzado solo en el ecuador de una campaña para completar la plantilla en caso de sufrir bajas prolongadas o si se presentaba alguna oportunidad de mercado.
Esta vez, en cambio, ha decidido tirar la casa por la ventana (120 millones más otros 40 en variables) para traerse a Coutinho, el crack por el que ya suspiraba el pasado verano. Y ha adelantado la incorporación (por 11,8 millones) de una central de proyección como Mina, al que ya seguía hace tiempo.
La última vez que el Barcelona acudió al mercado de invierno fue la temporada 2010-2011, cuando pagó 3 millones de euros al PSV Eindhoven por Ibrahim Afellay, para reforzar una plantilla que entonces solo contaba con 20 jugadores del primer equipo.
En su primera campaña de azulgrana, Afellay, un centrocampista holandés de gran proyección, jugó 16 partidos de Liga, marcó un gol e incluso dio una asistencia en una semifinal de la Liga de Campeones frente al Real Madrid.
El Barça de Guardiola acabó conquistando la Liga y la Champions y también llegó a la final de la Copa del Rey, donde cayó en la prórroga contra el eterno rival. Sin embargo, la temporada siguiente, Afellay sufriría una grave lesión de rodilla que supuso el principio del fin de su etapa en el club catalán.
Tres temporadas antes, en la 2007-08, el Barcelona se hizo con los servicios del portero José Manuel Pinto, para suplir en la portería azulgrana a Albert Jorquera, que acaba de padecer una lesión de ligamentos cruzados.
El gaditano, que entonces militaba, con el Celta, en Segunda División, había sido distinguido con el Trofeo Zamora como portero menos goleado de Primera División, la temporada 2004-05.
Por la cesión durante seis meses de Pinto, el Barcelona pagó medio millón de euros al club gallego, con una opción de compra sin coste adicional, y el andaluz fue, durante cinco años y medio, el suplente habitual de Víctor Valdés.
En el curso 2004-05, la entidad catalana contrató a dos futbolistas en el mes de enero: el delantero argentino Maxi López, por quien pagó 6 millones de euros a River Plate, y el veterano centrocampista italiano Demetrio Albertini, que llegó con la carta de libertad procedente del Atalanta.
En aquella campaña, Henrik Larsson, Jose Edmilson, Thiago Motta y Gabri García se habían roto los ligamentos cruzados y se perdían casi toda la temporada. Pero la presencia de Maxi y Albertini fue poco menos que testimonial.
El argentino apenas disputó 8 partidos (y marcó un gol) y el italiano, solo cinco. Aun así el equipo de Frank Rijkaard ganaría aquella Liga. Maxi aun seguiría una temporada más en el Barcelona, aunque su presencia en el once fue todavía más residual. Albertini, en cambio, anunciaría poco después su retirada.
A mitad de la temporada 2003-04, la primera de Rijkaard, llegaría Edgar Davids. El centrocampista holandés, cedido por la Juventus, encajó desde el primer minuto para ofrecer un rendimiento inmediato, aportando en el centro del campo el equilibrio necesario para mayor gloria y lucimiento de Ronaldinho.
El equipo, aún en construcción, no ganó nada esa temporada, aunque, tras un inicio dubitativo, asentó su juego para quedar segundo en la Liga, lo que le permitió regresar a la Liga de Campeones al año siguiente, tras disputar la Copa de la UEFA aquella campaña.
Sin embargo, pese a su gran rendimiento, Davids no seguiría en el Barça, al no llegar a un acuerdo para renovar su contrato, y ficharía por el Inter de Milán.
Tampoco continuó en el Barcelona el lateral zurdo argentino Juan Pablo Sorín, cedido la campaña anterior por el Cruzeiro, después de de que el jugador se desvinculara del Lazio.
Aunque tuvo un rendimiento bastante aceptable, llegando a disputar quince partidos en la segunda mitad de la temporada 2002-2003, el fracaso de aquel equipo que dirigía Radomir Antic exigía una remodelación profunda. Y el Barça decidió no ejercer la opción de compra que tenía sobre él.
A mitad de la temporada 1998-99 llegaron los hermanos Frank y Ronald de Boer, procedentes del Ajax, que percibió por el traspaso unos 3.000 millones de pesetas (unos 18 millones de euros)
Los gemelos pasaban a formar parte de un vestuario que, antes de su llegada, ya tenía seis futbolistas holandeses y un entrenador, Louis van Gaal, de la misma nacionalidad.
Ronald no llegó a triunfar durante el año y medio que estuvo en Can Barça. En cambio, su hermano Frank se asentó en el once titular desde el principio y defendió la elástica azulgrana en 214 ocasiones durante cinco temporadas y media.
Un año antes de que llegaran los gemelos de Boer, Van Gaal se encaprichó del central zurdo Wiston Bogarde, a quien ya había entrenado en el Ajax.
Bogarde, que venía de jugar solo tres partidos en el Milán, llegó al Barcelona a cambio de 800 millones de las antiguas pesetas y ese mismo año conquistó la Liga española.
Pese a los títulos, en la capital catalana pasó, con mucha más pena que gloria, dos temporadas y media, hasta quedarse sin coartada para seguir con la marcha de Van Gaal en verano de 2000.
El delantero nigeriano Emmanuel Amunike, que llegó en el invierno de la campaña 1996-97 por expreso deseo de Bobby Robson tuvo una trayectoria similar a la de Bogarde pues, como ocurrió con el holandés, el Camp Nou puso en duda su nivel para jugar en el Barça desde su llegada.
El club azulgrana pagó por Amunike 500 millones de pesetas de la época (unos 3 millones de euros actuales) el Sporting de Lisboa, donde había coincidido con Robson. En ese segunda mitad de curso, disputó 19 partidos de Liga y dos de Copa y ganó la Copa del Rey y la Recopa de Europa.
Pero la campaña siguiente, ya con Van Gaal en el banquillo, empezó un rosario de lesiones que le dejó prácticamente inédito hasta su salida del club al final de la temporada 1999-2000.