Con simulación de llamada telefónica en su penúltima celebración de gol, Lionel Messi pareció advertir el sábado al Paris Saint-Germain. Pero, sin duda, al conjunto francés le bastó con tomar nota de la goleada del Barcelona para no confiarse en exceso de cara a la vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones del miércoles.
La renta del PSG es amplia, pues se impuso 4-0 en la ida disputada hace tres semanas en el estadio Parque de los Príncipes, aunque le espera un Camp Nou envalentonado, después de que el Barsa ensayara la remontada hace tres días en la liga española, cuando arrolló 5-0 al Celta de Vigo.
Ese resultado le valdría para voltear la eliminatoria ante el conjunto dirigido por el español Unai Emery, que ansía levantar su primera Champions, después del cambio de rumbo de la entidad desde 2011, cuando sus nuevos propietarios invirtieron sin miramientos para competir con los grandes clubes europeos.
Con cinco títulos continentales en su palmarés y nueve presencias consecutivas en los cuartos de final, el Barsa sin duda califica como tal y cuenta, además, con el ilimitado poder intimidatorio de Messi, que aspira a la reconquista del Balón de Oro y recordó a todos de su magnitud escénica con dos golazos ante el Celta.
El primero lo festejó de forma curiosamente interpretable, pero el astro argentino guarda silencio antes de la gran cita, que los azulgranas afrontan con creciente ánimo tras el varapalo inicial.
"La derrota nos dolió, pero nada es imposible. Si hay un equipo capaz de remontar, es el Barsa. Es un lindo desafío y queremos entrar en la historia, pero tenemos que ser pacientes, no jugar a la desesperada", puntualizó el uruguayo Luis Suárez el martes.
Si el PSG juega la mitad de bien que en su feudo, sellará el boleto a cuartos, pues convirtió entonces al poderoso Barsa en un juguete roto, incapaz siquiera de inquietar el arco defendido por Kevin Trapp.
Emery cuenta con un plantel que, quitando a Messi, poco tiene que envidiar al de Luis Enrique. El uruguayo Edinson Cavani es el máximo goleador de Europa con 27 tantos en la liga francesa, el mediocampista Marco Verratti enamora al propio Barsa, el organizador Adrien Rabiot es un valor al alza, y los brasileños Marquinhos y Thiago Silva ponen el cerrojo en la zaga y el susto en el área ajena en acciones de estrategia.
Por el valor doble de los goles de visitante, un solo tanto francés obligaría al Barsa a anotar seis para culminar una remontada que ha ganado en aliento en los últimos días, pero que sigue antojándose milagrosa para los de Luis Enrique.
El asturiano anunció recientemente que no seguiría al timón la próxima campaña, una declaración que podría liberar en parte al plantel en lo psicológico.
El delicado balance entre exceso de relajación y ataque desacomplejado lo equilibró Messi ante el Celta, bien secundado por Neymar, a cuyo fútbol desinhibido espera agarrarse el equipo para desarbolar el entramado defensivo del PSG, invicto en sus últimos 16 partidos.
También recurrirá Luis Enrique a la fantasía del veterano Andrés Iniesta, reservado para a la ocasión, y quizás igualmente a la competitividad del argentino Javier Mascherano.
Pero, si la noche mágica debe materializarse, probablemente sea con goles de Messi y Suárez, máximos cañoneros ligueros con 23 y 19 dianas, respectivamente.
El Barsa lidera el campeonato por la 26ta fecha con un punto de ventaja sobre el Real Madrid, aunque con un partido más, y por ahora sigue vivo en las tres grandes competiciones de la temporada, pues clasificó a la final de la Copa del Rey, donde espera el modesto Alavés.
También finalista copero, el PSG escolta en la liga francesa al puntero Mónaco y ansia una primera final europea que valide su proyecto más allá de sus fronteras. Sueña con presentar un utópico fichaje, como el del propio Messi o Neymar, pero por ahora se conformaría con asaltar el Camp Nou.
El coloso catalán anhela inspirar una remontada evocadora de otras grandes noches europeas, aunque en la otra ocasión en que la desventaja era tan amplia, en 2013 contra el Bayern Munich, fue el conjunto bávaro el que acabó imponiéndose por 3-0.
"Pueden pasar infinidad de cosas, como que marquemos seis goles. Estamos a media eliminatoria, mejor que en la ida, y no tenemos nada que perder. Debemos ser muy buenos en ataque y defensa", sintetizó Luis Enrique.
La historia pesa, pero las credenciales a domicilio del PSG invitan a la moderación local: los de Emery han ganado sus últimos ocho partidos de visitante, incluida una tunda por 5-1 al acérrimo rival, Marsella, hace apenas diez días.