Un médico de cabecera llamado Keith Wolverson, de 52 años, ha decidido dejar la medicina tras la apertura de una investigación contra él por haber pedido el pasado junio a una mujer musulmana que se quitara el nicab para poder escuchar mejor la enumeración que le estaba haciendo de los síntomas de su hija enferma. Los hechos ocurrieron en su consulta del Hospital Universitario Royal Stoke, ubicado en Stoke-on-Trent (Reino Unido), informa Daily Mail.
La mujer habría accedido de manera voluntaria a su petición, pero cuando su marido llegó al centro médico, ella se quejó al personal del hospital sobre lo ocurrido. Posteriormente, el matrimonio presentó una queja formal relacionada con el caso ante el Consejo Médico General (GMC, por sus siglas en inglés).
En el escrito la mujer asegura haberse sentido "víctima y racialmente discriminada". En particular, detalla que cuando Wolverson le pidió que se quitara el nicab, ella se negó por razones religiosas, momento en que el médico le advirtió que no continuaría con la consulta si no lo hacía. Además, la mujer denuncia que Wolverson fue "maleducado" y le miró de forma obscena.
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Wolverson recibió la semana pasada una carta del GMC en el que se le comunicaba que estaría sujeto a una investigación en relación con la denuncia por presunta discriminación racial. Sin embargo, el doctor británico —que cuenta con un historial impoluto en sus 23 años como profesional— dijo que se retira, independientemente del resultado de la investigación.
El médico británico dijo que "le resultó difícil entender lo que la mujer estaba diciendo tras su velo" y, educadamente, le pidió que se lo quitara, ya que "necesitaba escuchar qué estaba mal". Además, agrega que no es racista y asegura que jamás tuvo ningún incidente con otras mujeres musulmanas en su consulta.
"Siento que ha ocurrido una gran injusticia, ya no quiero ser médico", dijo Wolverson, que advierte que Reino Unido se quedará sin médicos "si continúan tratándolos de esta manera". "Estoy profundamente disgustado", añadió el médico. En definitiva, Wolverson esgrime que solo trató de hacer su trabajo correctamente, y lamenta que "el afán de un médico por realizar la mejor consulta para la seguridad del paciente" se haya malinterpretado, dando a entender que "se cometió un acto de racismo".