Y en el capítulo titulado “Poner fin a todo tipo de abusos” recuerda que a los sufrimientos de las víctimas “ningún arrepentimiento puede poner remedio”.
El papa expresa, junto a los abusos, “cariño y reconocimiento” y “gratitud hacia quienes han tenido la valentía de denunciar el mal sufrido: ayudan a la Iglesia a tomar conciencia de lo sucedido y de la necesidad de reaccionar con decisión”.
Y a los jóvenes les pide que se acerquen a aquellos sacerdotes fieles y generosos, y que cuando vean un sacerdote en riesgo le “recuerden su compromiso” y le ayuden “a mantenerse en la buena senda”.
Refiriéndose a la crisis de los abusos en la Iglesia, el Santo Padre dijo que “esta nube negra se convierte tambie?n en un desafi?o para los jo?venes que aman a Jesucristo y a su Iglesia, porque pueden aportar mucho en esta herida si ponen en juego su capacidad de renovar, de reclamar, de exigir coherencia y testimonio, de volver a son?ar y de reinventar”, afirmó.
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“En medio de este drama que justamente nos duele en el alma”, Francisco pide que “con la valiosa ayuda de los jóvenes, puede ser realmente una oportunidad para una reforma de carácter histórico” y “evitar que se repitan estas atrocidades”.
Los abusos sexuales en el seno de la Iglesia fueron uno de los temas que se abordaron en este Sínodo dedicado a los jóvenes durante el pasado octubre.
En el documento, el pontífice explica que aunque este “es por desgracia un fenómeno históricamente difuso en todas las culturas y sociedades y especialmente en las familias”, esto “no disminuye su monstruosidad dentro de la Iglesia”.
Renueva el firme compromiso de la Iglesia “en la adopción de medidas rigurosas de prevención que impidan que se repitan, a partir de la selección y de la formación de aquellos a quienes se encomendarán tareas de responsabilidad y educativas”.
"Y al mismo tiempo, “no hay que abandonar la decisión de aplicar las acciones y sanciones tan necesarias. “No hay vuelta atrás”, zanja el papa.
El Vaticano organizó el pasado febrero una cumbre de tres días en la que reunió a los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo y a la jerarquía eclesial donde se aprobaron una serie de propuestas y se prometió que se darán directrices a los obispos para actuar ante estos casos, pero que fueron tachadas de “insuficientes” y “más de lo mismo” por las asociaciones de víctimas.