La primera ministra británica, Theresa May, sufrió ayer otra histórica derrota de su acuerdo de salida de la UE, renegociado hasta el último minuto con Bruselas, por un Parlamento que ahora deberá votar si descarta un muy temido Brexit sin acuerdo.
A solo dos semanas y media de la fecha en que Reino Unido debe abandonar la Unión Europea, el 29 de marzo, los diputados rechazaron el texto por 242 votos a favor y 391 en contra.
Es un nuevo revés histórico al tratado que debía poner fin a 46 años de integración británica en el bloque europeo, aunque inferior a la humillante derrota que May sufrió en enero cuando 432 diputados votaron en su contra.
“Lamento profundamente la decisión que ha tomado esta Cámara”, afirmó la primera ministra, visiblemente cansada y terriblemente afónica. “Sigo creyendo que, con diferencia, el mejor resultado sería que Reino Unido abandonase la UE de forma ordenada con un acuerdo, y que el acuerdo que hemos negociado es el mejor y, de hecho, el único acuerdo disponible”, insistió.
“Su acuerdo, su propuesta, lo que presentó la primera ministra, está claramente muerto”, le respondió Jeremy Corbyn, líder del Partido Laborista, principal fuerza de oposición.
May intentó salvar el texto, un mamotreto de 585 páginas fruto de año y medio de arduas negociaciones, literalmente hasta última hora.
Al borde de la medianoche, ella y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, habían anunciado la víspera en Estrasburgo, en el noreste de Francia, acuerdos de último minuto sobre su punto más conflictivo, la “salvaguarda irlandesa”.
Pero estos no bastaron para calmar los temores de la mayoría de diputados. “El rechazo del acuerdo esta noche deja a las empresas británicas ante una continua incertidumbre económica en un momento crítico”, lamentó rápidamente Catherine McGuinness, alta responsable de la City, el poderoso corazón financiero de Londres.
“La UE hizo todo lo que pudo para ayudar” a la aprobación del acuerdo, dijo desde Bruselas el negociador europeo Michel Barnier. El voto del parlamento británico “aumenta la probabilidad” de un Brexit sin acuerdo, advirtió un portavoz del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.
Pero este incógnita debería despejarse rápidamente: hoy se organizará una nueva votación para que los diputados británicos dejen claro si están a favor o en contra de ese escenario, que tendría catastróficas consecuencias económicas para el país.
Y si, como parece probable, el Parlamento rechaza también un Brexit sin acuerdo, mañana habrá una tercera votación sobre la posibilidad de pedir a la UE un aplazamiento de la fecha de salida.
Desde Bruselas, una portavoz europea afirmó rápidamente que la UE está dispuesta a examinar tal solicitud si está “motivada”.
En el rechazo al acuerdo por los diputados pesó con fuerza la opinión legal del fiscal general Geoffrey Cox, encargado de aconsejar jurídicamente al gobierno.
En un informe publicado por la mañana, Cox reconoció que los nuevos agregados al Tratado de Retirada “reducen el riesgo” de que Reino Unido se vea “indefinida e involuntariamente” atrapado en una unión aduanera con la UE.
Pero “los riesgos jurídicos siguen sin cambios”, sentenció, echando un jarro de agua fría sobre la reavivada esperanza de que esta vez el acuerdo sí fuese aprobado. La denominada “salvaguarda irlandesa” busca evitar la reinstauración de una frontera física entre la República de Irlanda -país miembro de la UE- y la provincia británica de Irlanda del Norte para proteger el frágil Acuerdo de Paz de 1998. Pero los diputados euroescépticos temen que deje al país atrapado indefinidamente en las redes europeas.
“Me siento confundido aunque quería que el trato fuera rechazado”, decía Mike Ransom, de 52 años, un partidario del Brexit que manifestaba junto a otras 300 personas frente al Parlamento. “Me alegro de que May haya perdido el voto porque es una mujer testaruda. Pero, ¿adónde vamos ahora? No lo sé”.
A su lado, los partidarios de permanecer en la UE cantaban “Bye bye Brexit, Brexit bye bye”.i