Consciente de que la universalidad de las agresiones sexuales contra menores no disminuye su monstruosidad en la iglesia católica, el Papa Francisco se enfrenta a un flagelo propiciado por los abusos de poder y el ocultamiento.
Al margen de causas y condiciones específicas que determinaron la actuación de los pedófilos y sus cómplices en cada caso, ambos factores estuvieron presentes en los escándalos por los miles de abusos conocidos en Irlanda, Estados Unidos, Australia, Reino Unido, España, México y Chile, entre otros.
El caso más reciente fue el del excardenal y arzobispo emérito de Washington D.C., Theodore McCarrick, expulsado del clero por la Congregación para la Doctrina de la Fe, debido a los abusos contra menores cometidos durante su vida sacerdotal de seis décadas.
Acusado de abusos, no sólo a menores, sino también contra seminaristas, el exprelado de 88 años de edad fue declarado culpable de 'solicitación en confesión' y 'violación del sexto mandamiento' (no cometer actos impuros), con el agravante de 'abuso de poder'.
Designado obispo auxiliar de Nueva York en 1977 y ordenado cardenal por el papa Juan Pablo II en 2001, McCarrick estuvo al frente de la arquidiócesis de la capital estadounidense hasta su retiro por límite de edad en mayo de 2006.
A la transversalidad social de un fenómeno que 'lamentablemente se localiza en casi todas partes', se refirió el sumo pontífice en la clausura del encuentro mundial convocado por él para reflexionar sobre ese asunto, con participación de 190 representantes de las estructuras de dirección de la iglesia católica.
Debemos ser claros, dijo Francisco, la universalidad de esa plaga, mientras confirma su gravedad en nuestras sociedades, no disminuye su monstruosidad al interior de la iglesia, donde 'la inhumanidad del fenómeno a nivel mundial, deviene aún más grave y escandaloso'.
Al profundizar en la complejidad del problema, el Papa indicó que es difícil entenderlo sin tomar en cuenta el poder y sus abusos, al explotar 'una posición de inferioridad del abusado indefenso, lo cual permite la manipulación de su conciencia y de su fragilidad sicológica y física'.
Lea además: Twitter: El mensaje del papa Francisco a las mujeres en su día
El encuentro
En un hecho sin precedentes en la historia de la iglesia católica, Francisco reunió del 21 al 24 de febrero de 2019 a la jerarquía eclesiástica, para mirar de frente a un fenómeno cuya reiteración y extensión provocó escándalos que sacudieron la institución, con serias consecuencias para su imagen y credibilidad.
En conferencia de prensa ofrecida a bordo del avión que lo trajo de regreso a Roma, tras asistir a la XXXIII Jornada Mundial de la Juventud en Panamá, el Papa recordó que la idea del encuentro nació en el Consejo de Cardenales, al constatar que 'algunos obispos no entendían bien o no sabían qué hacer', ante situaciones de este tipo.
Francisco se propuso dos objetivos fundamentales con la cita: promover conciencia sobre el drama y definir procedimientos para evitar improvisaciones e impedir la actuación negligente de los obispos ante denuncias por abusos a menores.
'La protección de los menores en la iglesia' se denominó el encuentro, al cual asistieron los 114 presidentes de conferencias episcopales y los 14 jefes de las Iglesias Católicas Orientales, 15 Ordinarios ajenos a las conferencias episcopales y 22 Superiores Generales, de ellos 12 hombres y 10 mujeres.
Participaron además, los 10 prefectos de los Departamentos Vaticanos, cuatro miembros de la Curia Romana, cinco integrantes del Consejo de Cardenales y cinco organizadores, moderadores y presentadores.
Responsabilidad, rendición de cuentas y transparencia fueron los temas centrales de la reunión deseada por el sumo pontífice 'como un acto de fuerte responsabilidad pastoral ante un desafío urgente de nuestro tiempo', como expresó el 17 de febrero al concluir el rezo dominical del Ángelus en la Plaza de San Pedro.
A cada una de las tres primeras jornadas correspondió un tema específico, abordado por igual número de ponencias, dos en la sesión matutina y una en la vespertina, seguidas por preguntas y respuestas.
El evento incluyó también otros espacios dedicados a la oración, grupos de trabajo, presentación de testimonios, liturgias penitenciales y la celebración eucarística final, cuya homilía estuvo a cargo del presidente de la Conferencia Australiana de Obispos Católicos, Mark Coleridge.
Un momento de especial significación en la primera jornada fueron los testimonios audiovisuales de cinco víctimas de abusos, momento calificado por monseñor Charles J. Scicluna, como una experiencia muy potente y emotiva, igual que el sacerdote Federico Lombardi, moderador de los debates, quien dijo sentirse muy conmovido.
Así lo describió Iacopo Scaramuzzi en Vatican Insider, sección del diario La Stampa, quien se refirió también a lo expresado en declaraciones a la prensa por el prelado Hans Zollner, quien subrayó que las víctimas provenían de continentes diferentes y sus palabras fueron seguidas por dos minutos de silencio reflexivo.
Scicluna, arzobispo de Malta y secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y Zollner, presidente del Centro para la Protección de Menores en la Pontificia Universidad Gregoriana, integraron el Comité Organizador junto a los cardenales Blase Cupich y Oswald Gracias, arzobispos de Chicago y Bombay, respectivamente.
Formaron parte también de ese grupo designado por el Papa, las subsecretarias en el Departamento para los Laicos, la Familia y la Vida, Linda Ghisoni y Gabriella Gambino.
En correspondencia con lo anunciado en su intervención inaugural cuando reclamó 'medidas concretas y eficaces', Francisco entregó a los 190 participantes una relación de 21 puntos con 'criterios importantes formulados por las distintas Comisiones y Conferencias Episcopales'.
Son -dijo- un punto sencillo de partida que viene de vosotros y vuelve a vosotros y que no quita la creatividad que debe tener este encuentro.
Las sugerencias versaron sobre el establecimiento de normas, procedimientos, mecanismos y medidas para prevenir y enfrentar los abusos sexuales en el ámbito eclesiástico, ganar conciencia sobre la gravedad de esos hechos, así como el tratamiento a víctimas y victimarios.
La estrategia
En su intervención de clausura, Francisco subrayó, que el objetivo de la iglesia será 'escuchar, cuidar, proteger y curar a los menores abusados, explotados y olvidados, donde quiera que estén'.
En ese sentido puntualizó que para hacer eso, debe ponerse por encima 'de las polémicas ideológicas' y 'políticas periodísticas' que habitualmente instrumentalizan dramas vividos por los pequeños.
Por tal motivo, resaltó la necesidad de 'colaborar juntos' para 'erradicar tal brutalidad del cuerpo de nuestra humanidad' y se refirió a las 'buenas prácticas' formuladas por un grupo de 10 agencias internacionales bajo la guía de la Organización Mundial de la Salud, en un paquete de medidas denominado 'Inspire'.
Francisco explicó que a partir de esos lineamientos y gracias también al 'trabajo desarrollado en los últimos años por la Pontificia Comisión para la Protección de los Menores, y a la contribución de este encuentro nuestro', fue que la iglesia definió las prioridades.
En primer lugar, se refirió al cuidado de los niños como 'objetivo primario de cualquier medida', para protegerlos e impedir que sean víctimas de abusos físicos y sicológicos, para lo cual es necesario 'cambiar la mentalidad para combatir la actitud defensiva-reactiva de salvaguarda de la institución'.
Mencionó, además, la 'seriedad impecable', a través de la cual reiteró que 'la iglesia no descansará en hacer 'todo lo necesario para entregar a la justicia a quien haya cometido tales delitos' y 'no tratará nunca de ocultar o subestimar ningún caso', como él mismo expresó a la Curia Romana el 21 de diciembre de 2018.
'Una purificación verdadera' llamó Francisco al compromiso 'renovado y permanente' a favor 'de la sanidad de los pastores', al reiterar 'la firme voluntad de proseguir, con toda la fuerza, el camino de la purificación, preguntándose cómo proteger a los niños'.
'La formación' incluye la exigencia en la selección y preparación de los candidatos al sacerdocio, en tanto 'reforzar y controlar los lineamientos de las conferencias episcopales reafirma la obligación de los obispos de actuar unidos en la aplicación de los parámetros que tengan valor de norma y no sólo de orientaciones'.
'Acompañar a las personas abusadas', la extensión de la protección de los menores ante nuevas formas de abuso sexual y 'de todo tipo' en el 'mundo digital' y el combate al 'turismo sexual', completan los pilares de la estrategia anunciada por Francisco.
Para el pontífice, 'el mejor resultado y la resolución más eficaz que podemos dar a las víctimas, al pueblo de la Santa Madre Iglesia y a todo el mundo, es el compromiso para una conversión personal y colectiva, la humildad de aprender, escuchar, asistir y proteger a los más vulnerables'.