El papa Francisco está buscando formas de consultar a católicos ordinarios sobre los temas que enfrenta la Iglesia y por ello otorgará más poder de decisión a los obispos para interpretar e implementar medidas.
El pontífice publicó nuevas directrices el martes para reformar el Sínodo de los Obispos, el cuerpo de consulta establecido hace 50 años para dar a los papas una forma organizada de juntar a los obispos para debatir los problemas a los que se enfrenta la Iglesia.
En el pasado, en los sínodos se hacían sólo propuestas para que las sopesara el pontífice. Las nuevas normas dicen que el documento final de los obispos _de ser aprobado por el papa_ se convertirá en parte de su doctrina oficial o magisterium.
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Francisco también estableció un proceso para consultar a los fieles ante un sínodo, como lo ha hecho informalmente en sus encuentros familiares de 2014 y 2015, y el próximo sínodo dedicado a los jóvenes.
La sucesión de revelaciones sobre casos de abusos sexuales en el interior de la Iglesia católica ha colocado a la institución ante la que tal vez sea su crisis más grave en las últimas décadas.
La extensión, tanto en el número de casos —se cuentan por miles— como en la geografía —prácticamente a escala mundial—, así como en el tiempo —los confirmados por la justicia se han prolongado en algunos lugares durante décadas—, hace urgente un giro radical de la Iglesia tanto en lo que se refiere a la depuración de responsabilidades como a la investigación de lo ocurrido, así como a la prevención contra este tipo de comportamientos delictivos.