El papa Francisco pidió este domingo que en las casas no se desperdicie la comida que sobra y recomendó dársela a otras personas que necesiten o volver a cocinarla, tras el rezo del Ángelus dominical en la plaza de San Pedro del Vaticano.
El pontífice basó su discurso en el episodio del Evangelio en el que Jesús de Nazaret multiplicó los panes y los peces y recordó a "la gente que tiene hambre" en el mundo actual.
"¿Cuántas sobras de comida desperdiciamos? Que cada uno piense dónde acaban los alimentos que sobran en la comida o la cena. ¿Qué hacemos en casa con las sobras?", cuestionó el Papa ante los 25.000 fieles que le escuchaban, según cifras de la Gendarmería vaticana.
El papa Francisco aconsejó preguntar qué se hacía con la comida que sobraba a los abuelos que vivieron las penurias de la posguerra.
"No desperdiciéis nunca la comida que sobra. O se vuelve a hacer o se da a quien pueda comerlo, a quien lo necesite. No tiréis nunca las sobras", zanjó el Papa, que llamó a sus fieles a realizar un "examen de conciencia" sobre sus hábitos en este sentido.
Trata de personas
Por otro lado, el Sumo Pontífice también se refirió a la trata de personas tras el rezo del Ángelus.
Pidió combatir con firmeza "el vergonzoso crimen" de la trata de seres humanos, "una plaga" también muy frecuente en las rutas migratorias, denunció en la víspera del Día Mundial de la ONU sobre este delito.
"Esta plaga reduce a la esclavitud a muchos hombres, mujeres y niños con el objetivo de explotarles desde el punto de vista laboral y sexual, para el comercio de sus órganos, la mendicidad o la delincuencia forzada", señaló el pontífice tras el rezo del Ángelus.
Francisco recordó que el problema se da también en Roma, pero que son las rutas migratorias las que "son a menudo aprovechadas por traficantes para reclutar nuevas víctimas", por lo que llamó a combatir esta lacra.
"Es responsabilidad de todos denunciar las injusticias y luchar con firmeza contra este vergonzoso crimen", solicitó ante los fieles que le escuchaban desde la plaza de San Pedro del Vaticano.
Naciones Unidas conmemora mañana 30 de julio el Día Mundial contra la Trata de Personas, un fenómeno del que ningún país es inmune en un mundo en el que alrededor de 21 millones de personas sufren trabajos forzados.
En la catequesis que Francisco pronunció antes del rezo del Ángelus aseguró que nunca decae el "amor de Dios por una humanidad hambrienta de pan, de libertad, de justicia y de paz".
E instó a los fieles a "no ser espectadores insensibles y tranquilos" ante los dramas de "muchos hermanos y hermanas en cada parte del mundo" y a llevar a cabo "un generoso compromiso de solidaridad con los pobres, los últimos y los indefensos".
Concluyó su mensaje expresando su deseo de que "en el mundo prevalezcan los programas dedicados al desarrollo, la alimentación y la solidaridad y no al odio, a los armamentos y a la guerra".