Repudian acto de hombre que desafió a un toro con su hijo en brazos

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El toro se encontraba en la calle. Lo tomaban de una soga, pero tenía bastante libertad para moverse. Queriendo demostrar una presunta valentía, un hombre se acercó con una capa y comenzó a desafiarlo.

Lo inverosímil es que, con una mano provocaba al toro y con la otra sostenía a su pequeño hijo. Algunos miembros del público alentaban al improvisado matador, que hizo pasar de largo al animal en tres ocasiones.

El suceso se registró la semana pasada en la isla Terceira, que forma parte del archipiélago de las Azores. Todo quedó registrado por un testigo, que luego compartió el video por sus redes sociales.

La secuencia recibió el repudio generalizado de los usuarios. Especialmente, luego de que lo difundiera la organización civil Basta, que lucha por el fin de las corridas de toros en Portugal.

 

Precisamente el viernes pasado, el Parlamento portugués rechazó un proyecto de ley que abolía esa práctica. El resultado de la votación ya se esperaba y la propuesta, presentada por el diputado único del Partido de las Personas, los Animales y la Naturaleza, apenas contó con el apoyo de los otros ecologistas del hemiciclo y una parte de la izquierda.

 

La defensa de la libertad de elegir y de una práctica que forma parte de la cultura popular de Portugal fueron los argumentos defendidos durante el debate que se impusieron en la votación final, frente a las denuncias contra la violencia y tortura de los animales esgrimidas por los diputados que apoyaron la abolición.

En Portugal están prohibidos los llamados "touros de morte" -abatir al animal en la arena- desde mediados del siglo XIX, aunque el toro termina sacrificado después del espectáculo.

La afición taurina se concentra especialmente en las zonas rurales del sur y el centro del país, pero en la última década se ha registrado un descenso tanto del número de espectáculos como del de espectadores.

Según datos de la Inspección General de Actividades Culturales, en 2017 se celebraron 181 espectáculos taurinos en suelo luso, muy por debajo de los 307 que hubo en 2008, mientras el número de espectadores se redujo de casi 700.000 personas a 378.000.