Este martes se vendió en la sucursal de Sotheby’s en Ginebra por 6,7 millones de dólares el diamante azul de Isabel de Farnesio, que durante unos 300 años perteneció a familias reales europeas, informa Reuters.
La suma pagada por la piedra preciosa superó las estimaciones iniciales de entre 3,7 y 5,3 millones de dólares.
La piedra azul-gris oscura de 6,1 quilates tiene su origen en las minas de diamante de Golconda, en la India. Por primera vez, la joya fue entregada en 1715 a Isabel de Farnesio, hija del duque de Parma, al casarse con Felipe V de España.
El diamante pasó por más de siete generaciones y, a medida que miembros de familias reales se casaban con otras europeas, fue viajando desde España a Francia, y de Italia a Austria.
Presentan sellos postales de la boda real de Enrique y Meghan
#AuctionUpdate: one of the foremost historic diamonds known to man, the 6.16-carat pear shaped Farnese blue diamond sells at auction in Geneva for a sensational CHF 6,719,750 #SothebysJewels #SothebysGeneva pic.twitter.com/Eca6LSIjl0
— Sotheby’s (@Sothebys) May 15, 2018
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— Reuters Top News (@Reuters) May 10, 2018
«Todo este tiempo estuvo escondida en una caja de joyas real. Con excepción de familiares cercanos, y por supuesto de los joyeros de la familia, nadie sabía de su existencia», comentaron desde la casa de subastas Sotheby’s.
La joya había sido enviada por el gobernador de Filipinas, colonia española entre 1565 y 1821, como se cuenta una placa de plata pegada en el interior del estuche. «Remarcable brillante de color azul. Esta piedra histórica fue un obsequio de las Islas Filipinas a Isabel de Farnesio, reina de España, esposa de Felipe V, bisabuelo del conde de Villafranca, actual propietario de esta piedra», se lee en francés en la placa. El conde de Villafranca fallecido en 1883 y es bisnieto de Felipe V y de Isabel de Farnesio, publicó El País.
A diferencia de la nutrida colección de arte que pertenece a Patrimonio Nacional (la mayor parte en el Museo del Prado, el Palacio de la Granja y el Real Sitio de Aranjuez), esta joya no se quedó en España. La reina decidió legarla no a su hijo Carlos III sino a Felipe I de Parma.