Londres. Los padres del pequeño Alfie Evans, un bebe británico de 23 meses en estado terminal, sufrieron el miércoles un nuevo revés de la justicia de su país que rechazó un recurso para trasladar a su hijo a Italia para continuar un tratamiento, en vez de dejarlo morir. El menor fue desconectado del respirador artificial en la noche del lunes y ya lleva más de 48 horas horas de sobrevivencia.
La justicia británica determinó que las apelaciones presentadas separadamente por el padre y la madre del niño de 23 meses "deben ser rechazadas", declaró el juez Andrew McFarlane, de la Alta Corte de Londres.
Con el apoyo del papa Francisco y del Gobierno Italiano, el objetivo de los padres del pequeño Alfie era que se les permitiera trasladar a Italia a su niño en estado semivegetativo, luego que los médicos británicos decidieron detener el tratamiento que le aplicaban.
El Hospital Alder Hey de Liverpool (noroeste) desconectó el lunes al niño del soporte vital, con el permiso de la justicia, porque los médicos consideran que no hay esperanzas de recuperación y mantenerlo en vida es prolongar su agonía.
Sin embargo, el apoyo del papa Francisco a los padres, la oferta de un hospital de Roma -administrado por el Vaticano- de recibir al pequeño, que recibió rápidamente la nacionalidad italiana, impulsó a los padres, Tom Evans y Kate James, a presentar el enésimo recurso.
El niño fue desconectado de las máquinas que le mantenían con vida el lunes por la noche, después de que los médicos considerarán que su estado es "irreversible", pero el niño continúa con vida, algo que, según sus padres, dejó a los especialistas "atónitos".
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"En algunos momentos su madre y yo hemos tenido que practicarle el boca a boca porque le estaba costando respirar", reveló anoche su progenitor.
El caso ha provocado un gran debate en el Reino Unido sobre los límites de la justicia o la medicina, y ha despertado enorme interés en Italia.
"Podría estar en Italia a estas horas", lamentó el martes el padre del niño, Tom Evans. "Yo no abandono, porque Alfie respira, no sufre".
Evans hizo estas declaraciones el martes, después que el magistrado Anthony Hayden asegurara, en una audiencia especial en Mánchester, en el noroeste del país, que este caso de larga data había llegado a su "capítulo final", rechazando la petición de la familia para trasladar a Italia a este niño.
La Alta Corte de justicia británica, la Corte de Apelación, la Corte Suprema, y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ya habían rechazado la petición de los padres.
En Italia, listos para recibirle
El Papa hizo un llamamiento para que "se atienda el deseo de los padres de buscar nuevas formas de tratamiento".
El niño, nacido el 9 de mayo de 2016, padece una rara enfermedad neurológica degenerativa y está hospitalizado desde diciembre de 2016 en Liverpool (noroeste de Inglaterra).
Pero el lunes por la noche, el mismo juez Hayden dictaminó que Alfie es un ciudadano británico y, por lo tanto, está sometido a las decisiones de la justicia británica.
El padre del chico confirmó que los médicos le habían retirado los sistemas de soporte vital y, sin embargo, el niño llevaba horas respirando por sí solo.
Hayden rechazó la posibilidad de llevar al niño a Italia y las afirmaciones de los padres de que Alfie estaba "significativamente mejor" desde que los médicos le interrumpieron los cuidados.
El juez dijo que podían esperar "explorar" las opciones de retirar al niño de cuidados intensivos para llevarlo a otra unidad o incluso para trasladarlo a su casa.
El Hospital pediátrico Bambino Gesu (niño Jesús) de Roma dijo que hay un avión médico militar italiano listo para despegar en cualquier momento y trasladar al niño. Otro hospital, de Génova (noroeste), se ha mostrado también dispuesto a recibir al niño.
Cientos de manifestantes se congregan a diario frente al hospital donde está siendo atendido, rezando el 'Padre nuestro' y gritando "¡Salven a Alfie Evans!".
El lunes, la policía impidió que un grupo de manifestantes irrumpiera en el hospital.
El Real colegio de pediatría y salud infantil emitió el martes un comunicado defendiendo a los médicos, asegurando que "la decisión de mantener o retirar el tratamiento a un niño no se toma a la ligera".
El órgano colegiado recordó que si el tratamiento causa al niño "un dolor y un sufrimiento inaceptables" sin posibilidad de cura, es mejor no seguir con él.