Mujer queda “enterrada viva” en un cementerio de Madrid (VIDEO)

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“Volví a nacer a tres metros bajo tierra”, es la primera frase que describe los 30 minutos más agonizantes de la vida de Michell Alejandra Vargas Rangel.

El domingo por la mañana Michell compartió la fosa con el cadáver de Antonio Bisquert, quien lleva años enterrado en el cementerio de Canillas, Madrid. Aseguró que el motivo que la llevó al cementerio fue porque “quería poner las flores más bonitas en la tumba más vieja”, del campo santo, según publicación de ABC.

La periodista de 28 años de edad, aseguró al medio que estaba contenta porque acaba de salir de una entrevista de trabajo y quería de alguna forma agradecer “un poquito de todo lo bueno” que le ha pasado en Madrid y decidió comprar un ramo de margaritas y claveles. Ella contaba con diez euros y el ramo le costó nueve.

 

“Me quedé a caminar por la zona porque nunca había estado en Canillas y cuando vi el cementerio se me ocurrió la idea”, comentó.

Después de caminar por 15 minutos en el cementerio, encontró una sepultura como la que buscaba: en mal estado, inscripción borrosa y parecía ser la más vieja del lugar.

Según el relato de la joven, ella adelantó uno de sus pies para poder leer la inscripción cuando de la nada, la lápida se partió y ella cayó al hueco, pero su mala suerte no acabó ahí, puesto que uno de los pedazos quedó sobre su pierna. Aseguró que un poco aturdida y en tres metros bajo tierra a penas podía moverse, con dificultad tocó su cabeza con una de sus manos para darse cuenta que tenía un sangrado excesivo.

 

La salvación de Michell fue su celular, lo tenía en la bolsa de su pantalón, logró sacarlo y llamar a quien ella dijo es casi como “su ángel de la guarda”: Carleth Morales. Ella es presidenta de la asociación de periodistas venezolanos en España.

Cuando ella recibió la llamada iba de salida a un evento, pero al escuchar que su amiga no dejaba de llorar, canceló la salida y fue a su búsqueda.

“La oía llorar, pero no me contestaba. Yo no paraba de preguntarle qué ocurría. Y, ya por fin, respondió:  estoy dentro de una tumba, tengo rota la cabeza. Yo creo que me voy a morir, ayúdame”, relata Morales.

Aseguró que fue un tanto difícil saber adonde estaba, ya que no dejaba de llorar, pero le dijo que estaba cerca del Palacio de Hielo. Después de este punto de referencia, marcó un número de emergencia, dio el número de Michell a la operadora para que le llamara, corroborara la información y la ubicaran.

Mientras estaba dentro de la fosa, la herida, el dolor y angustia no era lo único que inquietaba a Michell, puesto que le preocupaba haber perdido su pasaporte porque lo había soltado, junto con un cuaderno y el ramo de flores que llevaba..

Finalmente, el cuidador del cementerio fue el primero que dio con ella, después llegaron los rescatistas, quienes al colocar una escalera y quitar el trozo de lápida la ayudaron a salir. Ella recuperó todas sus pertenencias, incluidas las flores. Después fue traslada a un centros asistencial donde estuvo cuatro horas.

Sin embargo, ella no había cumplido aún con su objetivo, al salir del hospital volvió al cementerio para dejar las flores sobre la tumba, pero no le permitieron entrar porque el cementerio estaba cerrado.

“Regresé al día siguiente y puse las flores en el lugar que quería”, concluyó con el relato.