La llegada de 2018 no pudo ser peor para los padres de un niño de 21 meses en Ucrania, quien fue aplastado por un suicida que cayó desde el octavo piso de un edificio de la ciudad de Zaporizhie, en el sudeste del país.
"Escuché un fuerte golpe y luego la madre salió corriendo. Tuve que cerrar la ventana porque había tanto dolor en sus gritos que no podía soportar escucharlos", contó un vecino, Sergey Borisov, tras observar la trágica escena.
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El niño murió minutos después ante la mirada de su madre, Anna Polishchuk, mientras era asistido por los médicos reseñó International Business Times.
El padre, en tanto, habría observado el momento exacto en el que el obrero de la construcción, de nombre Yevgeny, cayó sobre su hijo.
Por su parte, el médico Vitaly Reznikov detalló que "el hombre que se suicidó cayó justo sobre el niño", quien "se desplomó por la fuerza del golpe".
"Tratamos de reanimar su corazón y sus pulmones, pero murió dentro de la ambulancia", detalló.
Fuentes policiales explicaron que comenzaron una investigación para determinar qué llevó al hombre a suicidarse. "Estamos chequeando si estaba ebrio o si había otras razones que lo llevaran a esto", comentaron.
En contexto
Pistoleros matan a 16 personas a la salida de una misa de Año Nuevo en Nigeria
Al menos dieciséis personas murieron en el ataque de unos pistoleros no identificados a la salida de una misa de Año Nuevo en el estado de Rivers, en el sureste de Nigeria, informan hoy medios locales.
El suceso tuvo lugar en la localidad de Omoku, a unos 90 kilómetros al noroeste de la capital estatal, Port Harcourt, y la Policía sospecha de que los autores podrían pertenecer a alguna de las sectas que operan en el área.
El portavoz de la Policía, Nnamdi Omoni, declaró al diario "Vanguard" que la investigación sobre los hechos ha comenzado.
Por su parte, el gobernador de Rivers, Nyesom Wike, ha ofrecido una recompensa de 200 millones de nairas (556.000 dólares, unos 461.000 euros) a quien pueda ofrecer información relevante sobre los autores de los asesinatos.
Rivers se encuentra en el delta del río Níger, una zona rica en petróleo en la que operan diversos grupos armados que reclaman que una mayor parte de los beneficios derivados del crudo, que suponen buena parte de los ingresos del país, vayan a parar a los habitantes de la zona para mejorar sus condiciones de vida.
