Atenas, 23 nov (EFE).- Embarcaciones de la guardia costera griega y de Frontex rescataron en las últimas 24 horas a 148 personas en tres operaciones de salvamento en el mar Egeo y en el Jónico.
Dos barcos de Frontex, que patrullaban en el Egeo oriental, rescataron en dos operaciones a 69 y 38 personas en las inmediaciones de las islas de Lesbos y de Samos, respectivamente.
En una tercera operación en aguas del mar Jónico, al suroeste de la península del Peloponeso, la guardia costera helena salvó a 41 personas que iban a bordo de una lancha rápida.
Según indicó a Efe una fuente de los guardacostas, la operación se efectúo después de que uno de los tripulantes llamó al número de urgencia europeo 112 para pedir ayuda.
En el rescate participaron dos barcos de los guardacostas, una nave comercial que navegaba en la zona, un pesquero y un helicóptero de las Fuerzas Aéreas.
Desde el 15 de agosto se ha registrado un repunte de las llegadas diarias a las islas del mar Egeo desde la costa de Turquía, lo que ha llevado a que más de 15.000 refugiados se hacinen en campamentos con capacidad de alojamiento para apenas 5.300.
Una veintena de organizaciones no gubernamentales lanzaron este miércoles una nueva voz de alarma sobre la situación, y en una carta abierta al Gobierno griego insistieron en la necesidad de trasladar a más refugiados a territorio continental ante la llegada del invierno.
En el último mes tan solo 2.000 personas han sido trasladadas a la parte continental de Grecia, denunciaron.
El ministro de Migración griego, Yannis Muzalas, ha insistido repetidamente en que el acuerdo entre la Unión Europea (UE) y Turquía sobre devolución de refugiados tan solo permite el traslado al continente de personas que pertenecen a grupos vulnerables o cuya solicitud de asilo haya sido resuelta positivamente.
Los medios locales se hacen hoy eco de un reportaje de la revista alemana Der Spiegel sobre las condiciones miserables en el mayor de los campamentos de refugiados del Egeo, el de Moria, en la isla de Lesbos, que califica como "la vergüenza de Europa".
El reportaje destaca que desde fuera del campamento, al que los periodistas no tienen permiso de acceso, se percibe el olor a orina y basura.
