Londres, 25 jul (EFE).- Los padres de Charlie Gard, bebé de 11 meses que se halla enfermo terminal en un hospital de Londres, pidieron hoy a un juez del Tribunal Superior de la capital inglesa que les autorice a llevar a su pequeño a morir en el hogar familiar en lugar de hacerlo en el centro médico.
En una nueva audiencia ante el Tribunal Superior de Londres, la madre del niño, Connie Yates, expuso su deseo de que les permitan a ella y a su pareja, Chris Gard, trasladar a casa a su hijo, que sufre síndrome de depleción de ADN mitocondrial, un extraño desorden que inhabilita la capacidad del cuerpo de dar energía a los músculos, para que pueda morir allí.
Ambos renunciaron ayer a la mediática batalla legal que sostenían con el Great Ormond Street Hospital, donde está ingresado el bebé, para buscar su traslado a Estados Unidos con el fin de que fuera sometido a un tratamiento experimental de nucleósidos, frente a la opinión del centro médico, que defiende una muerte digna del niño.
El representante legal de los padres, Grant Armstrong, dijo al juez que la pareja desea "tener unos cuantos días de tranquilidad fuera del entorno del hospital" con su bebé y que, por ello, abogan por que "los últimos días de Charlie con cuidados paliativos se desarrollen en la casa de la familia".
Por su parte, el Great Ormond Street Hospital no ha indicado cuándo se desconectará el aparato de respiración artificial que mantiene vivo al pequeño.
La abogada que representa al hospital, Katie Gollop, argumentó hoy que, en este caso, había que "sopesar los intereses del bebé frente a las necesidades de sus padres" y explicó que el centro londinense ha encontrado un "excelente" recinto "especializado en enfermos terminales" que podría ofrecer "la privacidad" necesaria en esos momentos.
Gollop explicó que "Charlie es un niño que precisa de un tratamiento altamente especializado y sus cuidados no se pueden simplificar".
"Redunda en el mejor interés para Charlie, y para todo el mundo, eliminar el riesgo de que se produzca una muerte precipitada, angustiosa o desorganizada, para que pueda tener una muerte pacífica y digna", agregó.
En un comunicado difundido ayer, la pareja anunció que no seguiría luchando para que el bebé recibiera el tratamiento experimental en Estados Unidos, al considerar que el tiempo se ha "agotado" para su hijo y que su salud se ha deteriorado hasta llegar a "un punto de no retorno".
Yates y Gard, que han protagonizado una campaña internacional con el apoyo del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el papa Francisco, han reunido medio millón de firmas en apoyo de su causa y 1,3 millones de libras (unos 1,5 millones de euros) que hubieran financiado el tratamiento.