Ginebra, 25 jul (EFE).- La gran mayoría de los menores inmigrantes y refugiados que atraviesan el Mediterráneo central, de África hacia Italia, lo hacen por decisión propia y tras vivir situaciones extremadamente traumáticas, de padecer o presenciar abusos y violencia, dijo hoy Unicef.
Un estudio de esta agencia de la ONU, responsable de la protección infantil, afirma que el 75 % de los menores desembarcados en Italia optaron solos por emprender la terrible travesía, que para muchos de ellos duró más de dos años, aunque como media requiere catorce meses.
Solo en la primera mitad de este año, 12.239 menores de edad inmigrantes y refugiados llegaron a Italia. El 93 % han viajado solos y la mayoría son varones, según los datos de la ONU.
Las razones de huida más evocadas por ellos son los conflictos y la violencia doméstica que sufrían en la vida cotidiana, aunque en el caso de las niñas, una de cada cinco mencionó el matrimonio forzado como argumento fundamental.
Sin embargo, menos de la mitad de los menores procedentes de diversos países de África del oeste y del Cuerno de África abandonan sus hogares y países con la voluntad de ir hasta Europa o a Italia concretamente.
En realidad, una quinta parte de todos los menores inmigrantes dijeron, en las entrevistas realizadas para este estudio, que su objetivo era llegar e instalarse en el norte de África y el 12 % esperaba quedarse en un país vecino, como Mali o Senegal.
Sin embargo, fue la situación traumática que sufrieron en Libia lo que les empujó finalmente a emprender la peligrosa travesía para intentar llegar a Italia.
"Lo más sorprendente de este estudio es que por primera vez se pone en evidencia que hay muchas más razones que empujan a los niños a abandonar sus hogares que factores que los atraigan a Europa", comentó la portavoz de Unicef en Ginebra, Sarah Crowe.
Sostuvo que estas conclusiones "contrastan con el discurso que circula desde hace algún tiempo" y el objetivo ahora es que sirva para que los responsables políticos tomen decisiones apropiadas frente a esta problemática.
De forma unánime, los menores entrevistados describieron la etapa de su viaje en Libia como la más traumatizante de todas, con excepción del cruce del Mediterráneo.
En ese país, que está sumido en la anarquía y donde diversos tráficos ilegales han florecido, la mitad de los entrevistados dijeron haber sido secuestrados a cambio de dinero.
Asimismo, el 23 % de los menores fueron arrestados de forma arbitraria y mantenidos en un centro de detención sin cargos en su contra.
El 63 % de menores afirmaron que esa situación fue lo que les llevó a embarcarse hacia Italia, donde afrontan nuevos problemas, como el acceso a la documentación, así como los largos trámites necesarios para las revisiones de peticiones de asilo o de reunificación familiar.
"Los menores no entienden como funcionan los procedimientos y porqué deben esperar, lo que les hace perder confianza en el sistema de recepción e intentar alcanzar sus metas por ellos mismos. Esto les lleva a las manos de traficantes y les pone en riesgo de explotación y abuso", señala el informe.
Esos niños han pasado entre uno y dos años intentando llegar a su destino, y los que han utilizado la ruta del Mediterráneo central frecuentemente han debido trabajar en el camino, muchas veces en labores físicas muy duras en lugares de tránsito como Níger, Argelia o Libia.
Todo ello puede explicar que de los casi 26.000 niños solos que llegaron por mar a Italia en 2016, solo haya habido 17.300 que permanecían en centros de recepción al final de ese año.
El informe, elaborado en colaboración con una iniciativa denominada "REACH" sobre recogida de información con fines humanitarios, muestra una situación completamente diferente de los menores refugiados llegados a Grecia, que lo hacen con sus familias.
Este último grupo está compuesto casi a partes iguales por niños y niñas, de todas las edades y procedentes principalmente de Siria, Irak y Afganistán, países que sufren conflictos armados.
El estudio se basó en entrevistas realizadas a 850 menores en puntos de entrada a Europa, principalmente en Italia y Grecia. La mayoría de los que viajaron solos son varones, de entre los 16 y 17 años.