Atenas, 21 jul (EFE).- Cuando apenas intentaba recuperarse de los estragos turísticos que ha dejado la crisis de refugiados, la idílica isla griega de Kos fue golpeada esta madrugada por un terremoto de una magnitud de 6,6 en la escala de Richter que ha dejado dos turistas muertos y más de un centenar de heridos.
A las 01.31 de la madrugada hora local (22.31 GMT) el seísmo, cuyo epicentro se encontraba entre Kos y la ciudad turística rusa de Bodrum, a unos 10 kilómetros de profundidad, sacudió durante casi medio minuto la isla.
Según muestran las imágenes transmitidas por los medios locales, en cuestión de pocos minutos se derrumbaron parcial o totalmente una serie de edificios antiguos, entre ellos el minarete de la mezquita o partes de las iglesias de San Nicolás o de Ayía Paraskevi.
Dos turistas, un sueco de 27 años y un turco de 39, que se encontraban en un céntrico bar, murieron al desplomarse el techo del establecimiento.
Ochenta personas tuvieron que ser atendidas en los hospitales, de las cuales diez permanecen ingresadas -siete en estado grave- por haber sufrido fracturas de diversa consideración o incluso una hemorragia cerebral, como en el caso de un ciudadano sueco.
Todo indica que el número de víctimas no variará pues, según indicaron las autoridades locales, no hay informaciones sobre desaparecidos.
Desde la madrugada se han registrado más de 170 réplicas, decenas de ellas con una magnitud superior a los 4 grados.
El terremoto provocó además un tsunami, cuya onda alcanzó una altura de unos 60 centímetros en Kos y unos 35 centímetros en Bodrum.
En la costa turca el terremoto provocó 354 heridos, 24 de los cuales siguen hospitalizados, según la corresponsal de la televisión pública griega en ese país.
El director del organismo de protección contra terremotos, Efthimios Lekkas, explicó en declaraciones a la televisión pública ERT que "todo indica que el terremoto de la madrugada es el principal y que no se espera otro más fuerte".
El aeropuerto está operativo al igual que la red vial de la isla y, tras restablecerse la electricidad en las zonas que se habían quedado sin corriente, los mayores problemas se centran en el puerto de la capital.
Por el momento no hay posibilidad de que atraquen en el puerto grandes embarcaciones y varios ferris tuvieron que amarrar en islas cercanas, desde donde sus pasajeros fueron trasladados a otro punto de Kos en pequeñas embarcaciones.
Con todo, tanto las autoridades locales como el Gobierno central se han mostrado relativamente aliviados, pues ni el tejido hotelero ni la mayoría de viviendas han sufrido mayores daños.
Lekkas señaló que por suerte en Kos la mayoría de las casas son de relativa nueva construcción y han sido edificadas cumpliendo las normativas.
Una de las excepciones ha sido al parecer precisamente el bar derrumbado.
Aunque miles de turistas pasaron la noche a la intemperie por miedo a réplicas mayores, las infraestructuras hoteleras no han sufrido mayores daños.
"En ninguno de los hoteles de la isla se han registrado daños importantes", afirmó a Efe la presidenta de la asociación de hoteleros de la isla, Konstantina Svinu.
Según Svinu, la mayoría de los turistas -actualmente hay entre 180.000 y 200.000 en la isla- están reaccionando a la situación "con calma" y son muy pocos los que han decidido interrumpir sus vacaciones.
Kos es el segundo destino turístico más importante del archipiélago del Dodecaneso, tras la isla de Rodas, especialmente para turistas de Europa del norte, alemanes y británicos.
Este año la temporada turística empezó bajo los mejores auspicios, tras una temporada desastrosa en 2016 a causa de la crisis de los refugiados, que sigue afectando a la isla, pues el acuerdo entre la Unión Europea y Turquía impide su traslado al continente.
Con una población de en torno a 30.000 personas, Kos alberga actualmente a cerca de 3.000 refugiados en campamentos, hoteles y apartamentos instalados por el Gobierno con el apoyo de ACNUC.