Moscú, 28 jun (EFE).- Más de un millón de peregrinos ortodoxos ya han venerado la reliquia de San Nicolás de Bari que desde el pasado 22 de mayo está expuesta en la Catedral de Cristo Salvador en Moscú, y las colas para acceder, lejos de reducirse, se alargan más cada día.
En las más de cinco semanas transcurridas desde que llegó a la capital rusa una costilla izquierda del santo patrono de Rusia, Grecia y Turquía -en virtud de un acuerdo con la diócesis católica de Bari- es incesante el flujo de visitantes llegados de todos los confines del país para besar la reliquia supuestamente milagrosa.
"Los rusos siempre esperando el milagro. Lo esperábamos con el comunismo y ahora mire, seguimos igual", comenta a Efe Valeri, un pensionista que espera un autobús en el malecón del río Moscova por donde se extiende la cola de fieles.
Según los datos que actualiza permanentemente en su web el comité organizador para la estancia de la reliquia en Rusia, al día de hoy, 28 de junio, 1,2 millones de peregrinos han venerado ya la costilla.
De forma más detallada, la media de visitantes diarios es de unos 30.000, con picos de hasta 50.000 fieles los días de mayor afluencia.
La bien organizada página web exponía a las 11.00 hora local que "el tiempo estimado de espera" era de 9 horas, aunque a las 13.30 ese tiempo se reducía a 7,5 horas.
El sitio oficial recomienda a los peregrinos que vayan provistos de botellas de agua, que lleven "calzado cómodo" y gorros para protegerse del sol, aunque la adversa meteorología que se ha cernido sobre Moscú esta primavera ya ha castigado a los fieles con lluvias, granizo y hasta vientos huracanados.
"Venimos de Samara (a orillas del Volga) para ver a San Nicolás, nuestro santo más querido", afirma una mujer que lleva un bebé en brazos y forma parte de un grupo de peregrinos, y que se cubre la cabeza con el preceptivo pañuelo.
Decenas de autocares que han traído a peregrinos de otras ciudades se alinean aparcados a lo largo del malecón, mientras otras personas llegan por su cuenta desde la parada de metro más cercana al extremo de la cola, que hoy se situaba a 3,5 kilómetros de la catedral.
La fila es abigarrada, la gente está impaciente por ver el cofre especial en el que fue trasladada la costilla de ese obispo que vivió en el siglo IV, ya que es la primera vez en casi mil años que se ha separado una parte de las reliquias de San Nicolás de Bari para llevarla a otro país.
La decisión de este traslado temporal desde la Basílica de Bari se alcanzó a raíz del histórico encuentro que mantuvieron en 2016 el papa Francisco y el patriarca ortodoxo Kiril en el aeropuerto de La Habana, y que abrió un nuevo capítulo de cooperación entre las principales iglesias cristianas tras mil años de cisma.
Los fieles podrán seguir rindiendo culto al patrono de Rusia hasta el 12 de julio, cuando la reliquia se enviará a San Petersburgo, donde permanecerá otras dos semanas antes de regresar a Italia.
El santo, que murió en el año 343, es conocido en Oriente como San Nicolás de Myra, por el lugar donde fue enterrado y que se convirtió en sitio de peregrinación.
Pero tras caer la ciudad en manos de los turcos musulmanes, los italianos organizaron el robo de sus huesos y se los llevaron a Bari, donde quedaron desde entonces.
A San Nicolás se le atribuyen numerosos milagros, desde siempre se le ha conocido como el protector de los niños y de los inocentes, de los pescadores y la gente de mar, y se cree que ayuda a las chicas en edad casadera a encontrar marido y cura enfermedades graves.
Su figura, además, dio origen al mito de Santa Claus o Papá Noel.
La llegada de reliquias supuestamente milagrosas a Rusia ha congregado en los últimos años a millones de devotos, como ocurrió en 2013 con la cruz donde supuestamente fue clavado el apóstol San Andrés, y dos años antes con un cinturón tejido, según la tradición, por la Virgen María.