Una nueva ronda de negociaciones de paz para Siria, con la participación de delegaciones del Gobierno sirio y de la oposición político-armada, empezó hoy en Ginebra bajo la conducción del mediador de Naciones Unidas, Staffan de Mistura.
Los representantes del Gobierno de Damasco, dirigidos por el jefe de la delegación, el embajador sirio ante el organismo multilateral, Bashar Yafari, llegaron a las 09.05 hora local (07.05 GMT) a las oficinas de la ONU para una primera reunión.
Desde 2016 se han realizado ya cinco rondas negociadoras en las que De Mistura ha actuado como mediador, sin que se hayan producido avances notables en la búsqueda de un acuerdo político para poner alto al conflicto en el país árabe.
Paralelamente a este proceso político, Rusia, Turquía e Irán lanzaron una iniciativa de alcance militar que se desarrolla en Astaná, la capital de Kazajistán.
Esta ha resultado en un frágil acuerdo de alto el fuego, en vigor desde el pasado diciembre, y a principios de mes en un arreglo para crear cuatro zonas de distensión en Siria, coincidentes con aquellas donde más se ha violado el cese de las hostilidades.
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En una primera declaración pública, en la víspera del inicio de las reuniones, el jefe negociador de la oposición, Naser Hariri, sostuvo que "el camino para la libertad de Siria pasa por Ginebra", lo que choca con el menosprecio mostrado por el presidente sirio, Bachar Al Asad, poco antes por las negociaciones en esta ciudad.
Al Asad declaró, en una cadena de televisión bielorrusa, que "no hay nada sustancial en las reuniones de Ginebra", que consideró como encuentros "puramente para la prensa".
Sin embargo, este tipo de declaraciones no son extrañas en el contexto de estas negociaciones, sea por parte del Gobierno sirio como de la representación de la oposición, unida en torno a la Comisión Suprema para las Negociaciones (CSN).
En las primeras rondas negociadoras, De Mistura tuvo que concentrar sus esfuerzos en que la delegación gubernamental aceptase a la CSN como interlocutor, en medio de acusaciones de que entre sus filas figuraban terroristas.
Posteriormente el mediador consiguió que ambas partes aceptasen una agenda de trabajo y que consta de cuatro puntos: la creación de un Gobierno creíble, inclusivo y no sectario; un calendario y proceso para la elaboración de una nueva Constitución; elecciones libres y justas supervisadas por la ONU; y la lucha antiterrorista.
El reto ahora es obtener resultados concretos en cada una de las temáticas y que unos temas no se conviertan en rehenes de otros, dado que la prioridad para el Gobierno es la lucha contra el terrorismo, como califica a la rebelión armada.
En cambio, la oposición urge a entrar en negociaciones para una transición política en Siria y la salida de Al Asad del poder.