Fátima (Portugal), 12 may (EFE).- El papa Francisco describió hoy a la Virgen como una "maestra de la vida espiritual" que no puede ser "una 'santita' a la que se acude para conseguir gracias baratas", en el mensaje que pronunció desde el santuario de Fátima durante la bendición de las velas.
Ante los cientos de miles de personas que con sus velas encendidas asistieron a esta ceremonia, Francisco les preguntó si creían que la Virgen era "¿una maestra de vida espiritual (…) o más bien una Señora inalcanzable?" o si la veían como "¿La Bienaventurada porque ha creído o más bien una 'santita', a la que se acude para conseguir gracias baratas".
Desde la capilla de las apariciones, Francisco alejó la idea de una imagen de María "como deteniendo el brazo justiciero de Dios listo para castigar".
Sobre este concepto del "castigo divino", el papa afirmó que siempre "hay que anteponer la misericordia al juicio y, en cualquier caso, el juicio de Dios siempre se realiza a la luz de su misericordia".
"Por supuesto, la misericordia de Dios no niega la justicia, porque Jesús cargó sobre sí las consecuencias de nuestro pecado junto con su castigo conveniente", dijo.
Para el papa, "cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño".
"En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importante", aseveró.
Y esa imagen de la "justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los demás", agregó el pontífice,"es lo que hace de la Virgen un modelo eclesial para la evangelización".
En esta ceremonia en la que se bendijeron las velas de los fieles y dio inicio al rezo del Rosario, el pontífice había comenzado su discurso agradeciendo a los fieles su compañía: " Gracias por recibirme entre vosotros y uniros a mí en esta peregrinación vivida en la esperanza y en la paz".
Francisco llegó hoy a Fátima para participar en el centenario de las apariciones a los tres pastorcillos y la canonización de dos de ellos, Jacinta y Francisco, que murieron con 9 y 10 años.
Su primer pensamiento fue para los más necesitados y pidió a la Virgen que ella, "madre tierna y solícita con todos los necesitados, les obtenga la bendición del Señor".
"Que, sobre cada uno de los desheredados e infelices, a los que se les ha robado el presente, de los excluidos y abandonados a los que se les niega el futuro, de los huérfanos y las víctimas de la injusticia a los que no se les permite tener un pasado, descienda la bendición de Dios encarnada en Jesucristo", agregó.
El papa citó las palabras de Pablo VI en las que recordaba los fieles que para los cristianos es necesario "ser marianos, es decir, hay que reconocer la relación esencial, vital y providencial que une a la Virgen con Jesús".
Y por ello, instó a rezar el Rosario, para que "el Evangelio prosiga su camino en la vida de cada uno, de las familias, de los pueblos y del mundo".