El papa Francisco presidió este viernes en una Roma blindada su quinto Vía Crucis como pontífice alrededor del Coliseo, al término del cual rezó por "la sangre vertida por los inocentes" por guerras e injusticias.
Al final del sugestivo recorrido con el que se conmemora el calvario de Cristo hasta su crucifixión, el papa pronunció más de siete veces la palabra "vergüenza" para enumerar los pecados, omisiones, injusticias, escándalos y horrores que azotan al mundo y a la misma iglesia.
"Vergüenza por la sangre inocente que cotidianamente viene derramada por mujeres, niños, emigrantes, personas perseguidas por el color de la piel o por su pertenencia étnica, social, o por su fe en ti", dijo el papa con voz firme y a la vez conmovida.
Dirigiéndose al Cristo crucificado, el papa argentino reconoció su "vergüenza" "por todas las imágenes de devastación, de destrucción, de naufragio, que se han convertido en ordinarias para nosotros", agregó.
Francisco reza en el Coliseo por la sangre vertida por inocenteshttps://t.co/0SVf4QWsLU pic.twitter.com/XZxA4DD5q6
— TN8 Nicaragua (@canaltn8) April 14, 2017
El papa reconoció también su "vergüenza por todas las veces que obispos, sacerdotes, consagrados y consagradas hemos herido tu cuerpo, la Iglesia", dijo en un alusión a los abusos cometidos por curas pedófilos.
En su oración, el pontífice pidió por "nuestros hermanos arrasados por la violencia, por la indiferencia y por la guerra" e instó a "romper las cadenas que nos tienen prisioneros en nuestro egoísmo, en nuestra ceguera involuntaria, y en la vanidad de nuestros cálculos mundanos".
El pontífice llegó a las 21H00 locales (19H00 GMT) al célebre monumento romano, en donde unas 20.000 personas, turistas y religiosos, entre ellos la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, lo esperaban, algunos con antorchas.
El recorrido nocturno alrededor del monumento romano se celebró este año en un clima particular, marcado por las fuertes medidas de seguridad adoptadas desde los atentados del domingo en Egipto contra dos iglesias de cristianos coptos y que costaron la vida a 45 personas.
Roma blindada
"Roma está blindada, vigilada. Espero que no suceda nada", comentó una joven a la RAI, la televisión italiana, que transmitió en directo el evento a numerosos países.
Toda la zona estaba vigilada por patrullas de la policía y el ejército, además de cuerpos especiales de inteligencia.
Tanques del ejército fueron aparcados al ingreso de la gran avenida que conduce al Coliseo para impedir ataques contra la multitud con automóviles, como ocurrió en Londres y Niza.
Francisco, de 80 años, presidió como el año pasado el rito desde la terraza del Palatino, frente al imponente anfiteatro romano, sin recorrer a pie las 14 estaciones.
Para esta ocasión, las meditaciones fueron escritas por la biblista francesa Anne-Marie Pelletier, que decidió no usar el nombre que habitualmente se utiliza.
Entre los nuevos nombres de las catorce estaciones figuraba "Jesús es negado por Pedro", "Jesús y Pilato", mientras que a la última, la decimocuarta, la llamó "Jesús en el sepulcro y las mujeres", tema que desarrolló para hablar de la cuestión femenina, de las mujeres que sufren.
En cada una de las estaciones, algunas dispuestas dentro del monumento, una liviana cruz de color gris fue cargada por jóvenes, inmigrantes, religiosos.
En la décima estación una familia colombiana formada por Claver Martínez Ariza, su esposa Marlene y dos hijos llevó la cruz. En la octava, le tocó el turno a una familia egipcia.
Las dos familias representaban a los dos países que el papa argentino anunció que visitará este año para instar al diálogo y la reconciliación, en particular Colombia, donde espera impulsar en septiembre el perdón tras la histórica firma de la paz con la guerrilla de izquierda de las FARC que puso fin a más de 50 años de conflicto.
Antes del Vía Crucis, el pontífice, vestido de rojo y en la oscuridad, se acostó sobre un tapete en la basílica de San Pedro, sin cruz pectoral ni anillo del pescador, como símbolo de que Jesús ha muerto.
El domingo culminarán las celebraciones de Semana Santa con la misa de Resurrección y el mensaje "Urbi et orbi", a la ciudad y al mundo.