El presidente francés, François Hollande, volvió a responder el sábado a las críticas de su homólogo estadounidense Donald Trump sobre la capital francesa, asegurando que "el mundo ama a París".
"París es una ciudad de excepción por la importancia de su población, por la belleza de su patrimonio, por la diversidad de sus lugares, por su proyección internacional", recalcó el presidente francés durante una ceremonia celebrada en la capital.
"Francia está orgullosa de recibir al mundo en París, el mundo que siempre viene, fiel a la historia de París, fiel también a la cultura que se despliega en París", insistió.
"El mundo ama a París, nadie podrá impedirle que venga y nada podrá detener esa voluntad del mundo de estar presente en París", prosiguió Hollande.
A finales de febrero, el presidente estadounidense había declarado que "París ya no es París", citando a uno de sus amigos, un tal Jim, que ya no se atrevía a pisar la capital francesa por miedo, en un alegato a favor de su política migratoria que señalaba a Francia, Suecia y Europa en general como lugares poco seguros debido a la inmigración.
Un día después, durante una visita a Disneyland, cerca de París, Hollande le propuso un billete para el parque de atracciones a Trump, sin nombrarlo directamente, para que entendiera "qué es Francia".
El papa lamenta "cierta mediocridad" en la liturgia moderna
El papa Francisco lamentó este sábado que la voluntad de modernidad y el abandono del latín hayan traído a veces "cierta mediocridad" a la liturgia, durante un congreso sobre música sacra.
"El encuentro con la modernidad y la introducción de las lenguas habladas (en cada país en lugar del latín) en la liturgia han suscitado muchos problemas", consideró el pontífice argentino.
"Por momentos han prevalecido cierta mediocridad, superficialidad y banalidad en detrimento de la belleza y de la intensidad de las celebraciones litúrgicas", dijo.
Francisco opina que la Iglesia debe salvaguardar y resaltar la riqueza de la música sacra, evitando tener, sin embargo, una visión "nostálgica" de ésta.
Según él, se debe procurar que la música y los cánticos de misa "estén plenamente 'inculturados' en los lenguajes artísticos y musicales actuales (para) hacer vibrar el corazón de nuestros contemporáneos", insistió.
Para ello, el papa hizo un llamamiento a los músicos, compositores, directores de coro de todo el mundo para contribuir a "una renovación cualitativa" del canto litúrgico y abogó por una formación musical adaptada para los futuros sacerdotes, "en un diálogo con las corrientes musicales de nuestra época".