La puerta del campo de concentración de Dachau en Alemania, robada en 2014 y recientemente hallada en Noruega, volvió a su lugar de origen el miércoles, aunque todavía se desconoce la identidad de los ladrones.
El presidente del Comité Internacional de Dachau, que representa a los supervivientes del campo y a sus descendientes, Jean-Michel Thomas, ha "celebrado el retorno de esta puerta", con la inscripción del lema nazi "Arbeit macht frei" ("el trabajo les hará libres"), durante una ceremonia en el campo, pero pidió que se siga investigando quién cometió el robo.
Aseguró estar "profundamente conmocionado por la profanación de este lugar de sepultura consagrado al recuerdo de todas las víctimas del campo y al respeto de los 41.000 detenidos que allí murieron" bajo el nazismo.
En su opinión, el robo de la puerta, y antes de este, el de la inscripción metálica original "Arbeit macht frei" de la entrada del campo de exterminio de Auschwitz en Polonia, responden a la "voluntad de hacer desaparecer una marca y un símbolo".
La puerta de hierro forjado de 2×1 metros aproximadamente, de un centenar de kilos, no será reubicada en la entrada del campo por medidas de seguridad. Será restaurada y luego se instalará en un museo, indicaron los responsables.
La expresión "Arbeit macht frei" se convirtió en un eslogan nazi en los años 1930. Un general de las SS ordenó su emplazamiento en la entrada de numerosos campos, como Auschwitz, Dachau o Sachsenhausen.
La puerta había sido robada en noviembre de 2014 y fue encontrada el pasado diciembre en Noruega. El o los ladrones no han sido identificados. Tuvieron que trepar la puerta, vigilada pero sin sistema de alarma.
Situado a unos kilómetros de Múnich (sur), el campo de concentración fue abierto hace 80 años, el 22 de marzo de 1933, menos de dos meses después del acceso de Adolf Hitler a la cancillería. El campo sirvió de modelo y se empleó para el encarcelamiento de prisioneros políticos.
Más de 206.000 prisioneros de más de 30 países estuvieron detenidos allí. Más de 41.000 de ellos fueron asesinados o murieron de agotamiento, de hambre o por enfermedad antes de que el campo fuera liberado.
El lugar recibe en la actualidad unos 800.000 visitantes al año.