Billie Eilish abrió una nueva etapa de su carrera musical posando para la portada de Vogue con un corsé y ligas. Aunque ese reportaje fotográfico causó un gran revuelo porque su seña de identidad hasta entonces había sido la ropa holgada que la cubría de la cabeza a los pies; ella dio por sentado que sus fans se acostumbrarían eventualmente a su nueva imagen, que incluía además una melena rubia platino.
En julio Billie compartió en su cuenta de Instagram una serie de selfies en los que llevaba puesta otra prenda muy similar, con un pronunciado escote; y vio cómo su número de seguidores comenzaba a descender vertiginosamente.
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«La gente se aferra a ciertos recuerdos y desarrolla una fijación. Pero resulta muy deshumanizante. Perdí cien mil seguidores solo por mis pechos.
Esta fue la imagen que desató el ‘caos’ entre los seguidores de la joven cantante:
Por alguna razón, a la gente le dan miedo los pechos grandes. Se supone que ni siquiera tienes que saber quién eres realmente hasta que llegas a mi edad o eres incluso más mayor», dijo Billie en una entrevista a la revista Elle.
En su opinión, esa obsesión por su vestuario demuestra que siguen prestándole más atención al cuerpo que al talento musical de las estrellas del pop.
Por otra parte, también a Billie le ofende que se dé por sentado que solo cambia su aspecto físico para dar que hablar o provocar cuando, en realidad, si dijo adiós a su pelo oscuro con mechas verdes fue porque le impedía ‘camuflarse’ entre la multitud.
«Mi objetivo no era hacer algo para que todo el mundo empezara a pensar en mí de forma diferente. Siempre he abrazado un color de pelo diferente y una estética nueva para cada cosa que he hecho. El otro día publiqué un vídeo en el que todavía tenía el pelo verde; y la gente empezó a decir: ‘Echo de menos a esa Billie’. ¡Sigo siendo la misma persona! No soy una Barbie a la que se le puedan poner diferentes cabezas», lamentó Billie.
Por Los40