Todo estaba listo. La boda debía celebrarse en una cornisa del tejado de un edificio, porque ahí, le dice en un momento dado Bruce Wayne a su fiel mayordomo Alfred, “es adonde ella y yo pertenecemos”. Ella era Selina Kyle, Catwoman. No habría más testigos del enlace que los dos necesarios. Una por parte de la novia y otro por parte del novio. Evidentemente, el del novio iba a ser Alfred –¿quién si no?–, el de ella iba a ser una compinche creada por Frank Miller para su Batman: Año Uno y recién salida de Arkham Asylum: Holly Robinson. Todo estaba listo, incluido el juez, un tal Wolfman, pero al final la cosa no pudo ser: Selina le dio plantón al Hombre Murciélago. ¿Por qué? Los lectores españoles tendrán que esperar hasta diciembre para descubrirlo, pero digamos que las razones tienen mucho que ver con el no querer, en el fondo, que nada cambie cuando algo es perfecto tal y como está. ¿O no, Selina Kyle?
Y eso que, según parecía, por fin Bruce Wayne, el soltero de oro, el tipo que además de perseguir y cazar criminales en Gotham City posee una fortuna gigantesca y no demasiada facilidad para el trato con el sexo opuesto –de hecho, toda mujer que se cruza en su camino, acaba decididamente mal–, iba a casarse hoy, y la afortunada iba a ser una chica y no un chico, pese a que durante años –desde sus inicios, allá por 1939– se haya rumoreado que a Bruce le ha bastado siempre con Dick Grayson (Robin).
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Pero Tom King, el guionista al frente de la serie hoy, ha querido seguir el camino propuesto por Grant Morrison y darle al viejo Bruce la tranquilidad de una pequeña familia y un romance con Selina Kyle, también conocida como Catwoman, su enemiga más íntima, o la primera chica en la que se fijó, hace hoy 78 años, cuando se publicó el primer número de las desventuras oscuras del Hombre Murciélago.
Al final no ha habido sorpresas de última hora. Nadie había preparado otro final que el que destripó el domingo The New York Times, temiendo que en algún momento alguien, un alguien cualquiera que hubiera recibido un ejemplar anticipado, un librero o un periodista, se fuese de la lengua en Twitter.
La manera en que lo destripó fue publicando un polémico artículo en el que se contaba que lo que iba a pasar en el número 50 de la nueva era de Batman, la que escribe King y dibuja el ilustrador de Pamplona afincado en Jerez Mikel Janín, era que Catwoman iba a plantar a Batman. “Ante tanta expectación era obvio que iba a pasar algo así”, contaba el propio Janín la noche antes del macroevento que pudo haber cambiado las cosas para siempre: “Si no fuera así nada tendría sentido, ¿quién querría estar leyendo cómics de un Batman casado, con hijos, y sin tiempo para nada?”, reflexiona Janín.
Supuestamente, Selina y Bruce debían casarse este mismo 4 de julio a las seis de la mañana, en una ceremonia íntima. Desde ECC Cómics, filial de DC en España, se pedía paciencia y se jugaba la carta de la posibilidad de que se hubiera filtrado un número que no era el de verdad, pero no ha sido así. Y decía Janín, entre risas, que iban a sorprendernos los invitados, y es cierto que en una viñeta aparecen un puñado de ellos, pero no están haciendo lo que esperaríamos que hicieran en un banquete de boda.
Janín, pese a que el enlace ha sido puro espejismo, pasará a la historia de la historieta por haber diseñado el primer vestido de novio para Batman. “Es cierto que Batman se ha casado en historias alternativas, pero nunca en la línea regular”, dice. ¿Y cómo es el traje? Janín ríe. “Bueno, cuando me planteé cómo vestir a Batman para su boda se me ocurrió que, obviamente, como Bruce Wayne nunca tiene tiempo para nada y tampoco sabría qué hacer si lo tuviera, es que el traje lo eligiera Alfred, su mayordomo. Y como él es muy clásico, lo que le gusta tiene que ser muy clásico, lo que no desentona nada con Bruce Wayne. Así que es un traje tradicional, muy en sintonía con el que Joëlle Jones ha diseñado para Catwoman”, añade. Lo es. Y un detalle, la corbata es azul, de un azul cielo.
Tom King, exagente de la CIA y hoy hombre fuerte junto a Brian Michael Bendis del universo DC, “ha sabido llevar al personaje a su terreno, todo lo que hace es espectacular y muy personal a la vez”, cuenta el dibujante. Consciente de que se enfrentaba a un número muy especial, Janín asegura: "Es cierto que te sientes un poco como si estuvieras preparando una boda real porque no puede fallar nada”. Sin embargo, cree, y pese al chasco, que esta “es una etapa más en la larga vida de Batman combatiendo el crimen en Gotham”, como lo ha sido siempre, porque en los cómics de superhéroes no existe “una continuidad real” sino la ilusión de esa misma continuidad. “Las historias que se cuentan no pueden permanecer, porque entonces se acabarían”, sentencia. En cualquier caso, la moraleja parece ser que Batman no está hecho para los finales felices.