En distintos puntos de España existe una tradición taurina que consiste en amarrar a los cuernos del animal unas bolas de cera a las que se les prende fuego.
Muchos argumentan que el toro no sufre ningún daño, pero la realidad es que el fuego le quema la cara, los ojos y le impide respirar.
Pero esta vez el toro pudo vengarse del trato cruel de los humanos: pegó una cornada a uno de los ‘valientes’ que participaba en el dudoso espectáculo y lo lanzó al aire. El joven, inmóvil, fue sacado de la arena a rastras por el público presente en el lugar.