Aunque los narcocarteles mexicanos tienen armas de fuego de sobra, han desarrollado además un amplio arsenal de artilugios que se podrían encontrar en películas posapocalípticas o incluso en épocas antiguas.
Durante los enfrentamientos entre pandillas y las fuerzas de seguridad en la ciudad de Reynosa el mes pasado, los vecinos advirtieron en redes sociales sobre lugares donde no se recomendaba conducir, no solamente por los tiroteos, sino también por las llamadas ‘ponchallantas’, o abrojos (clavos diseñados para pinchar neumáticos).
Y la amenaza puede surgir de manera inesperada, ya que los carteles equipan sus vehículos con tubos para lanzar abrojos sin parar, un arma indispensable para evitar las persecuciones.
Otro ejemplo de la ingeniosidad de los técnicos pandilleros son sus ‘monstruos’ blindados, vehículos que siembran terror.
Los primeros vehículos de combate improvisados fueron realizados por el cartel de los Zetas: se trata de camiones blindados capaces de soportar el fuego de ametralladoras y granadas.
Algunos se pueden usar también como arietes. La Policía mexicana ha confiscado ya decenas de tales vehículos.
En octubre pasado la Policía desarticuló una fábrica clandestina de producción de fusiles de asalto en el estado de Jalisco.
En la fabricación se utilizaban cortadoras de metal industriales, sopletes y componentes comprados en Internet.