Las autoridades de la ciudad de Austin, Texas, en Estados Unidos capturaron a un asesino en serie luego de que él mismo llamara para confesar dos de sus crímenes.
Se trata de Raúl Meza Jr., de 62 años, quien era buscado por los agentes del orden en relación con al menos dos asesinatos: el de su compañero de piso, Jesse Fraga, el pasado 20 de mayo, y el de una vecina, Gloria Lofton, en 2019, recoge Fox News. La Policía investiga si el sospechoso está ligado a otros crímenes ocurridos «en circunstancias similares».
«Creo que me están buscando a mí. Salí [de la prisión] en 2016 y acabé matando a una mujer poco después»; citó el detective Patrick Reed las palabras que Meza dijo a la Policía durante la llamada telefónica que hizo el 24 de mayo pasado, en la que habría confesado que mató a Fraga y a Lofton.
La policía de Texas estaba tras su pista
Tras recibir la llamada, agentes del servicio de alguaciles arrestaron a Meza «en un abrir y cerrar de ojos»; aseveró el ‘marshal’ adjunto Brandon Filla.
De la misma manera, el funcionario precisó que en el marco de la detención se hallaron lazos de cremallera; cinta adhesiva y cartuchos de munición.
En el caso de Fraga, Meza se cruzó con él por primera vez en los años noventa, cuando estaba en libertad condicional y su futura víctima era un oficial dedicado a supervisar y ayudar a personas como el mismo Meza en la reinserción social. El cadáver de Fraga fue encontrado en un armario con un cinturón en el cuello; mientras por toda su casa había rastros de sangre.
Trayectoria criminal
Cabe destacar que, en cuanto a Lofton, la conoció en 2012 tras instalarse en una casa cercana. Su asesinato no se resolvió, y la Policía calificó su muerte como «indeterminada» hasta que una prueba de ADN apuntó a Meza en 2020.
A lo largo de su trayectoria criminal, el delincuente salió varias veces de prisión bajo libertad condicional; pero volvía a estar entre rejas por violarla.
En 1982, estando en libertad provisional, fue imputado por violar y matar a una niña de ocho años y luego arrojar su cuerpo a un contenedor de basura. Pese a ser condenado a décadas de prisión, solo pasó 11 años en la cárcel y finalmente salió bajo libertad vigilada por «buen comportamiento».