Un inmigrante de origen hondureño que había estado bajo custodia del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) de Estados Unidos falleció en Texas debido al coronavirus, informó este domingo el medio BuzzFeed.
El hondureño, de 50 años de edad, estaba hospitalizado en Texas después de dar positivo de la COVID-19 y murió de complicaciones respiratorias debido a la pandemia, según una fuente cercana.
Con este caso serían ya seis los reclusos de centros de detención de ICE que fallecen debido a la COVID-19.
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El hondureño estaba recluido en el Centro de Procesamiento Joe Corley en Conroe (Texas), donde medio centenar de detenidos han dado positivo por coronavirus desde el inicio de la pandemia, aunque solo uno de ellos estaba bajo vigilancia o aislamiento, aunque se desconoce si se trata del fallecido.
Inmigrantes fallecidos por COVID-19
El primer recluso de ICE en morir por la COVID-19 fue el salvadoreño Carlos Ernesto Escobar Mejía, de 57 años y quien se encontraba bajo custodia de la agencia federal en San Diego, y el segundo fue el guatemalteco Santiago Baten Oxlaj, de 34 años, que estaba recluido en el Centro de Detención de Stewart, en el sur de Georgia.
Desde el inicio de la pandemia, activistas y grupos de defensa de los derechos civiles han alertado del peligro que corren estos detenidos, que en su mayoría no ha cometido ningún crimen violento, y han pedido al ICE que los libere.
Los últimos datos de ICE, con fecha del pasado viernes, han realizado más de 26,000 test de coronavirus entre los reclusos, de los cuales dieron positivo 5,300, incluidos 830 casos que siguen activos.
Inmigrantes recluidos en dos centros de detención de ICE en el estado de Luisiana denunciaron este domingo las condiciones insalubres que sufren tras el paso del huracán Laura, lo que aumenta el riesgo de un brote de coronavirus en estas instalaciones.
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Según familiares de los detenidos, desde el paso de Laura en el Centro Correccional Jackson Parish, en Luisiana, carecen de agua y electricidad.
A ello habría que sumar que las instalaciones se “inundaron de orina y heces”, no hay alimentos limpios y, debido a la falta de electricidad, el aire acondicionado no funciona y no pueden dormir en el interior de los recintos, con “escasa ventilación”, lo que los obliga a “dormir al aire libre en ropa interior”.
Todo ello, aseguran los reclusos, ha afectado a este centro de detención, así como el de Lasalle, lo que intensifica “aún más el riesgo de propagación del coronavirus”.