La estadounidense Debra Stevens, de 47 años, estaba trabajando entregando periódicos en Fort Smith, estado de Arkansas, cuando las crecientes aguas de las inundaciones comenzaron a alcanzar su coche. Su última desesperada llamada al 911 duró 22 minutos, pero no ayudó a salvarla.
La última persona con la que habló Debra fue una operadora que, según admitió el Departamento de Policía de Fort Smith, sonaba "insensible e indiferente a veces".
"Insensible e indiferente a veces"
Stevens dijo a la operadora que estaba en "una emergencia grave" y que el agua estaba creciendo rápidamente. Lloraba e insistía en que iba a morir, pero tuvo dificultades para describir su ubicación, por lo que era difícil de mandarle ayuda.
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"No va a morir. No sé por qué se está volviendo loca. (…) Así no está haciendo nada más que perder su oxígeno. Así que cálmese", dijo la operadora, identificada como Donna Reneau, en un audio publicado por la Policía esta semana.
Después, parece como que la operadora regañe a Stevens por conducir en un área inundada. Stevens dijo que no vio el agua y explicó, llorando desconsoladamente, que el agua ya le estaba llegando hasta el pecho. "Esto te enseñará a no conducir en el agua la próxima vez", dijo la operadora, a la que más tarde se puede escuchar atendiendo también otras llamadas.
"¡Voy a morir!", dijo Stevens, y gritó que no podía respirar. "Está respirando bien porque me está gritando. Así que, cálmese. Sé que está asustada. Espere", contestó Donna, pero Stevens no dijo nada más.
"Dios mío. Parece que ahora está bajo el agua", reaccionó finalmente la operadora. Los equipos de rescate llegaron al vehículo de Stevens unos 58 minutos después y no lograron revivirla.
Donna Reneau estaba trabajando su turno final ese día. Según la Policía de Fort Smith, hizo "esfuerzos sinceros para localizar y salvar a Stevens".