Falso príncipe Saudí recibe condena por fraude millonario

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Anthony Gignac se hizo pasar durante tres décadas por un miembro de la familia real saudí y estafó 8 millones.

Un estadounidense fue sentenciado este viernes a más de 18 años de cárcel por suplantar durante tres décadas la identidad de un príncipe saudí para estafar ocho millones de dólares a posibles inversores en todo el mundo y hacerse con joyas, viajes internacionales, obras de arte, jets privados y autos de lujo.

Anthony Gignac fue sentenciado en Miami, donde residía, por la jueza Cecilia M. Altonaga "por asumir de manera fraudulenta desde 2015 la identidad de un miembro de la familia real saudí". El individuo, de 48 años, ya se había declarado culpable de hacerse pasar por un diplomático extranjero, de robo de identidad con agravantes y de fraude electrónico, entre otros. "Gignac se ha presentado a sí mismo como un príncipe saudí (Khalid Bin Al-Saud) para manipular, victimizar y estafar a innumerables inversores de todo el mundo", señaló la Fiscalía.

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"Vendió a sus víctimas la esperanza de carreras y futuro para sus familias y como resultado, decenas de inversionistas desprevenidos fueron despojados de sus inversiones", declaró este viernes la fiscal Ariana Fajardo Orshan.

Gignac compró placas de licencias diplomáticas falsas, una insignia falsa del Servicio de Seguridad Diplomática para sus guardaespaldas, atuendos tradicionales saudíes, artículos de lujo compatibles con el estilo de la realeza y tarjetas de negocios que lo presentaban como "Príncipe", "Su Alteza Real" y/o "Sultán". De igual forma, se mostraba como tal en una cuenta de Instagram, con fotos publicadas de miembros de la realiza saudí, incluido el rey, con leyendas como "mi papá". Entre 1988 y el presente, el acusado ha sido arrestado o condenado en once ocasiones diferentes por planes relacionados con la suplantación de la identidad del príncipe, indicó la Fiscalía.

Gignac se hacía llamar príncipe al reunirse con inversores, por correo electrónico y por teléfono. Viajó con seguridad y exigió que se siguiera cierto protocolo real (es decir, obsequios) cuando las personas se reunían con él para participar en negocios. De igual forma, reclamó falsamente el acceso a empresas comerciales exclusivas en todo el mundo, incluida una compañía farmacéutica en Irlanda, un casino en Malta, hoteles de lujo y una plataforma de comercio de combustible a reacción en el Oriente Medio.