Mark Weisbord estaba entusiasmado. Después de comprar una casa en Tucson, en Arizona, para mudarse con su familia, decidió ir hasta la propiedad para limpiarla y remodelarla. Pero la sonrisa en su rostro le duró poco. Cuando llegó al domicilio, encontró el cuerpo de un niño de tres años en un baúl de juguetes.
La víctima era uno de los cuatros hijos del matrimonio que vivía antes en esa vivienda. Según la cadena Fox News, ambos padres, Raquel Barreras y Martin, fueron arrestados en marzo de 2014 por el asesinato del chico.
Durante el juicio contra Barreras, que fue recién este año, la mujer se declaró culpable de haber matado al menor de hambre. Su defensa intentó alegar como atenuante que era adicta a las drogas y pasaba por un momento económico difícil.
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Según la autopsia, el pequeño murió entre principios de 2013 y enero de 2014 a causa de la falta de alimento y el abandono. El resto de sus hermanos, que fueron rescatados y entregados a los Servicios de Protección Infantil, no presentaban signos de abuso. Pero sí se constató que no iban con regularidad a la escuela.
Los investigadores confirmaron que los padres intentaron ocultar el crimen al esconder el cuerpo de la víctima en el baúl. Pero cuando vendieron la casa se olvidaron de sacarlo.
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Weisbord encontró el cráneo y otros huesos humanos. De manera inmediata, denunció el hecho ante las autoridades. Durante estos cinco años, la policía determinó que Barreras era la que impedía que alimentaran a su hijo. Por su parte, su esposo fue considerado cómplice y deberá enfrentar a la Justicia en agosto de este año.