Los consumidores estadounidenses podrían quedarse sin aguacates en tres semanas si el presidente de EE.UU., Donald Trump, cumple con su amenaza de cerrar la frontera con México, informa Reuters.
El 29 de marzo Trump dijo que había "muy buenas probabilidades" de que esta semana cierre la frontera si México no detiene el paso "ilegal" de inmigrantes a territorio estadounidense.
Sin embargo, el cierre de la frontera no solo afectaría a la inmigración, sino también a los miles de millones de dólares del comercio bilateral, de los que 137.000 millones corresponden al sector agrícola.
Estados Unidos depende, en gran medida, de las importaciones de frutas y verduras, entre otros productos, provenientes de México. Según los últimos datos del Departamento de Agricultura estadounidense, casi la mitad del total de las verduras y el 40 % de las frutas importadas provienen del país vecino.
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Steve Barnard, director ejecutivo de Mission Produce, el mayor distribuidor y productor de aguacates del mundo, ha advertido que este producto se agotaría en Estados Unidos en tres semanas si se suspendieran las exportaciones mexicanas. "No podría elegir una peor época del año, porque México suministra prácticamente el 100 % de los aguacates. California está comenzando [con la producción] y tiene una cosecha muy pequeña y no es relevante en este momento y no lo será dentro de un mes", agregó.
Por su parte, Monica Ganley, directora de Quarterra, una consultora especializada en asuntos agrícolas y comercio en la región latinoamericana, comentó que la anunciada medida presidencial provocaría el alza de los precios. Si bien hay otros productores de frutas y de verduras a nivel mundial, abrir esos canales de comercio llevaría tiempo, indicó Ganley.
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Según la Cámara de Comercio estadounidense, en la actualidad el intercambio comercial bilateral oscila en torno a los 1.700 millones de dólares al día, por lo que el cierre de frontera significaría "una debacle económica" que afectaría a cinco millones de empleos en EE.UU.
Asimismo, el posible cierre también afectaría a las exportaciones estadounidenses al país latinoamericano, que es el mayor mercado de los combustibles refinados en Estados Unidos.