El sarampión se declaró eliminado en Estados Unidos hace dos décadas. Sin embargo desde el pasado otoño, el Estado de Nueva York hace frente al que se considera el peor brote en su historia reciente.
Las autoridades lo atribuyen a dos factores: el rechazo a las vacunas y la importación del virus desde otros países. También hay casos confirmados en Nueva Jersey así como en Oregón y Washington al otro extremo del país.
Es por eso que un juez federal, que calificó el hecho como "brote de sarampión sin precedentes" en el suburbio del condado de Rockland, Nueva York, rechazó una solicitud para permitir que 44 niños no vacunados regresen a la escuela.
Los padres de los estudiantes de la escuela Green Meadow Waldorf en Chestnut Ridge demandaron al departamento de salud del condado después de que se les informará en diciembre que no se les permitiría ingresar a la escuela.
El brote ha afectado principalmente a la comunidad judía ortodoxa en Spring Valley, Monsey y New Square, donde los casos confirmados superan ya los 180 enfermos, destaco Infobae.
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Los primeros síntomas de sarampión aparecen de 10 a 12 días después de la exposición e incluyen fiebre, tos, secreción nasal y ojos rojos y llorosos. De tres a cinco días después, una erupción de manchas rojas comienza a aparecer en la cara y se extiende por todo el cuerpo.
El virus se transmite por el aire cuando una persona infectada tose o estornuda. Las complicaciones incluyen neumonía y encefalitis o hinchazón del cerebro.
Las autoridades sanitarias se están concentrando en la comunidad judía ultraortodoxa, por la rápida propagación del virus que ha afectado de igual forma a comunidades de Israel y Europa.
La vacuna de sarampión, las paperas y la rubéola está recomendada para niños entre 12 y 15 meses de edad, pero es obligatoria entre los cuatro y seis años para asistir a la guardería o el colegio.
Los padres, sin embargo, pueden acogerse a razones religiosas para evitarla. De acuerdo con los medios locales, el 80% de los niños en Rockland no estaban vacunados cuando se desató el brote en otoño pasado.
El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) advierte que uno de cada 1.000 niños que enferma de sarampión puede morir.