En EE.UU., cerca de 500.000 niños son reportados como desaparecidos anualmente. Gran parte de ellos son luego encontrados o regresan por sí mismos a sus hogares después de unos meses o hasta un par de años, pero no fue ese el caso de Crystal, quien desapareció a los 14 años, en 1997, y no volvió con su familia hasta 21 años más tarde. Para entonces ya tenía una identidad nueva y cuatro hijos y hablaba español.
La madre de Crystal, Cynthia Haag, estuvo esperando su regreso todo ese tiempo, al punto de negarse a cambiar de domicilio. Recordaba a su hija como una "dulce niña feliz" que se llevaba bien con sus tres hermanos y todo el mundo.
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La huida
No obstante, la misma Crystal habla de su infancia en Baltimore en otro tono: tenía problemas con sus hermanos y —lo más terrible— desde los 9 años estaba siendo agredida sexualmente por uno de sus vecinos. No se atrevía a contárselo a nadie y los abusos se repetían tan frecuentemente que empezaron a parecer algo regular. Pero cuando la niña se convirtió en una adolescente, entendió que no era nada normal; además, sospechaba que su madre sabía de los abusos, pero lo pasaba por alto. Con el tiempo esta sospecha se convirtió en una idea firme, aunque la madre lo niega rotundamente.
El 26 de abril de 1997, Crystal simplemente no volvió a casa: subió a un autobús con destino a Nueva York, donde estuvo vagando por las calles varios días hasta que llegó a Upper Manhattan. Allí decidió convertirse en otra persona: Crystal Saunders. Dijo que tenía 23 años y no levantó sospechas, ya que aparentaba más de su edad.
Empezó a trabajar limpiando casas y se instaló en un barrio dominicano. Luego quedó embarazada de un hombre de la localidad, adquirió una licencia de conducir falsa y una tarjeta de Medicaid.
"Estaba avergonzada"
Pasados los años, Crystal empezó a hablar español con soltura y se convirtió en madre de cuatro hijos. Fue su hijo mayor, Bryan, quien comenzó a preguntar por los parientes, sorprendido de que no tuviese otra familia. Finalmente, Crystal se decidió a escribirle a su hermana mayor, Bianca, que en seguida fue a buscarla.
Crystal confesó que a lo largo de ese tiempo tuvo muchas ganas de ver a los suyos y pensaba mucho en su madre, pero la asustaba la idea de reaparecer en sus vidas, ya que "estaba avergonzada" por el dolor que les había causado.
Su caso es bastante raro, en el sentido de que un niño desaparecido no suele regresar a casa después de tanto tiempo. Entre 2011 y 2016, solo otros 56 menores que habían estado desaparecidos durante más de 20 años volvieron con sus familias, recoge el informe del Centro Nacional para Niños Desaparecidos y Explotados.