NUEVA YORK (AP) — Las denuncias contra el jurado en el juicio del capo mexicano Joaquín “El Chapo” Guzmán han llamado la atención sobre el fenómeno del “jurado que busca en Google”. Los tribunales en la era digital enfrentan el problema de impedir que los jurados hagan sus propias investigaciones antes de entregar un veredicto.
“Todos tienen el mundo al alcance de la mano”, dijo el abogado defensor Jeffrey Lichtman. “Hace 20 años no había motivos para preocuparse por eso”.
Lichtman dijo a The Associated Press que se presentan interrogantes graves en torno al veredicto de culpabilidad a Guzmán por contrabando de drogas y asociación delictiva, y que pedirá al juez federal Brian Cogan que convoque a los 12 jurados titulares y seis alternos para interrogarlos sobre denuncias de que hicieron caso omiso de su orden de evitar leer las crónicas periodísticas sobre el caso.
Un jurado dijo en declaraciones anónimas a VICE News que al menos cinco miembros del panel leyeron informes periodísticos y mensajes en Twitter durante los tres meses que duró el juicio y que estaban al tanto de información escandalosa _y posiblemente perjudicial_ que había sido excluida del proceso.
“Es evidente que tenemos que convocarlos a la corte para que respondan sobre la mala conducta generalizada”, dijo Lichtman. La fiscalía federal de Brooklyn se negó a hacer declaraciones.
En algunos casos, se ha considerado que las travesuras del jurado fueron lo suficientemente graves como para ordenar un nuevo juicio, algo que no se puede descartar en el caso de Guzmán, según varios expertos.
“Es un aspecto fundamental de la justicia”, dijo el exfiscal federal Duncan Levin. “Se presume que es perjudicial que un jurado posea esta información y lo más indignante es que accedieron a ella pese a que el juez les dijo concretamente que no lo hicieran”.
Salvo que aíslen físicamente a los jurados, los despojen de sus artefactos electrónicos y les hagan advertencias reiteradamente, los jueces tienen pocos recursos para impedir que las fuentes de información externas contaminen las deliberaciones.
“El sistema de jurados depende de que la gente sea honesta en sus dichos y actos”, dijo Rock Harmon, exfiscal del condado de Alameda, California. “No hay manera de impedirlo, solo se puede insistir en lo que deben hacer”.
En el caso del Chapo, los jurados anónimos no fueron confinados, pero fueron acompañados por alguaciles federales a la corte donde se les obligaba a entregar sus teléfonos. En cualquier otro momento se les permitía acceso a sus dispositivos, aunque el juez reiteraba cada día la orden de no seguir el caso en los medios o las redes sociales.
Con todo, el miembro del jurado que habló con VICE News dijo que cinco jurados que participaron en las deliberaciones y dos alternos conocían las denuncias de violación de menores por parte de Guzmán, de las que informó la prensa pero que no fueron admitidas en el juicio.
Según el jurado, un miembro del panel consultó una nota periodística en su reloj conectado a internet apenas minutos después de que Cogan los convocó en privado para preguntarles si estaban al tanto de la cobertura periodística reciente.
“Es un fenómeno creciente y las cortes no saben cómo enfrentarlo”, dijo Thaddeus Hoffmeister, un profesor de Derecho de la Universidad de Dayton que ha investigado los jurados. “Hoy en día la gente confía más en Google que en las declaraciones de los testigos”.
El mejor remedio, dijo Levin, es que los jurados cumplan con su juramento o sufran las consecuencias. En el caso del Chapo, dijo, si reconocen que hicieron caso omiso de las instrucciones del juez deberían ser acusados de desacato.
Pero de ahí a convencer a Cogan de que la falta de conducta fue tan grave como para merecer un nuevo juicio hay un trecho muy largo, dijo el exfiscal federal Michael J. Stern.
“El juez tendrá que decidir si existió la posibilidad razonable de que la información pudo afectar el veredicto del jurado”, dijo Stern.
En todo caso, dijo Lichtman, las revelaciones sobre el panel que condenó a su cliente son “tristes y lamentables”.
Guzmán, que enfrenta una condena a prisión perpetua, “morirá en la cárcel”, dijo. “Por eso pedí reiteradamente al jurado que le dé un juicio justo. Resulta que era pedir demasiado”.