El cierre del gobierno más largo de la historia de EE.UU. está afectando de manera grave a los indigentes, ya que el descenso de los fondos públicos disponibles dificulta su acceso a la atención médica y a otros servicios, causando epidemias entre los sectores sociales más vulnerables.
Uno de los afectados es Ronald Anderson, un ingeniero eléctrico que hace unos años perdió su empleo y cayó en una depresión. Una lesión de espalda mal curada —como resultado de no poder ir al médico— le dejó inválido.
Y cuando aún no terminaba de recuperarse, el hospital en el que se encontraba internado le dio el alta de manera sorprendente. El hombre acabó teniendo que vivir en la calle hasta que fue aceptado en un refugio. Sin embargo, sus desdichas no acabaron allí, ya que una infección contraída en esas instalaciones le provocó la amputación de uno de sus pies.
"Un día", durante la estadía en el nosocomio, "llegaron y me tendieron una emboscada, diciéndome 'tienes dos horas para que te echemos'" por lo cual "yo [pregunté]: ¿echarme dónde? ¡No tengo a dónde ir!", pero "me dijeron que [me llevaban] al refugio para personas sin hogar", recuerda Anderson.
"No pueden hacer eso y me dijeron 'sí, lo estamos haciendo", continuó su relato el hombre, detallando que a continuación lo metieron en una camioneta y unas horas más tarde lo dejaron frente al albergue a la 1:35 de la mañana, abandonándolo allí sin darle nada, "ni insulina, ni agujas, ni medicinas pese a ser diabético".
Pero las personas como Anderson, expulsadas por los hospitales, no son las únicas víctimas de la crisis sanitaria. Otros 4.500 sintecho que viven en el barrio Skid Row —conocido como 'el barrio de los indigentes'— en el centro de la ciudad de Los Ángeles se encuentran expuestos a un brote epidémico de tifus, registrado recientemente en el área, mientras que en el 2017 ya se había registrado un brote de hepatitis.
Según RT, la propagación de estas enfermedades se incrementa debido a las desastrosas condiciones de higiene en el lugar, ya que "en muchas ocasiones" los indigentes "defecaron en las calles porque no tenían otro lugar para usar el baño", o bien porque los aseos "se encontraban cerrados o estaban siendo utilizados para hacer cosas no permitidas", comentó Johhny McCurry, trabajador en un urinario público abierto las 24 horas.
Mientras las autoridades locales anuncian proyectos e inversiones para higienizar las calles del barrio, unas 58.000 personas sin techo permanecen en Los Ángeles, una ciudad conocida por sus celebridades y lujos.