El estado sureño de Texas ejecutó el miércoles a Juan Castillo, un hombre que en 2003 utilizó a su novia como anzuelo para seducir a su víctima, un joven al que pretendía robar pero que terminó asesinando.
A Castillo, hispano de 37 años, lo declararon muerto a las 18.44 hora local (19.44 ET) tras recibir una inyección letal en la prisión de Huntsville (cercana a Houston), según notificó el Departamento de Justicia Criminal de Texas (TDCJ, en inglés).
Sus últimas palabras fueron: “A todos los que han estado ahí para mí, saben quienes son. Los quiero a todos. Nos vemos al otro lado”.
A Castillo lo condenaron a muerte por asesinar en diciembre de 2003 en San Antonio (Texas) al joven Tommy García, un crimen que cometió junto a tres cómplices, entre ellos su novia de entonces.
Siguiendo el plan que habían urdido para el robo, la chica sedujo a García y lo convenció para conducir su vehículo hasta un descampado con la falsa promesa de mantener relaciones sexuales y consumir drogas.
Una vez ahí, mientras se besaban dentro del vehículo, Castillo y otro de los cómplices, armados y con máscaras, atacaron a García. El joven logró zafarse de sus atacantes y emprendió la huida a pie, pero Castillo lo mató de siete disparos.
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Así lo confesaron durante el juicio sus tres cómplices, que no fueron condenados a muerte, y recibieron penas menores, aunque Castillo defendió hasta el día de hoy que no fue él quien disparó.
La novia de Castillo ya quedó en libertad condicional, mientras que los otros dos cómplices, condenados a 40 años de cárcel cada uno, también podrán solicitar esa medida alternativa a partir de 2024, tras cumplir la mitad de su pena.
También testificó en su contra durante el juicio el que fue su compañero de celda tras su detención, Gerardo Gutiérrez, que presentó una versión muy parecida a la de los cómplices y dijo que Castillo se lo había confesado.
Pasada casi una década, en 2013, Gutiérrez se retractó de su declaración y aseguró haber mentido durante el juicio para su beneficio propio. La Justicia, sin embargo, no dio credibilidad a su rectificación dadas las semejanzas entre todas las versiones. El de hoy fue el cuarto intento de Texas de ejecutar a Castillo en el último año. Uno de los retrasos, en septiembre de 2017, tuvo como motivo el devastador huracán Harvey, que destruyo la costa de Texas y afectó al trabajo de los abogados de Castillo, que vivían en Houston.
Unos nuevos abogados pertenecientes al Texas Defender Service asumieron recientemente el caso de Castillo y solicitaron al gobernador texano, Greg Abbott, un nuevo retraso para demostrar la supuesta inocencia de su defendido. “En tan solo unas pocas semanas, nuestro equipo ha descubierto indicios que arrojan dudas sobre gran parte de las pruebas en contra de Juan”, dijo Amanda Marzullo, directora de Texas Defender Service, en una petición que Abbott rechazó.
Castillo fue el sexto ejecutado este año en Texas y el undécimo en todo el país. Desde que el Tribunal Supremo de EEUU reintrodujo en 1976 la pena de muerte, han sido ejecutadas 1,476 personas, 551 en Texas. El estado de la estrella solitaria tiene programadas otras seis ejecuciones en los próximos meses, entre ellas la del también hispano Rubén Gutiérrez el 12 de septiembre, condenado a muerte por asesinar a una anciana a la que robó 56,000 dólares.