Puerto Rico, devastado por huracanes, lanzó el miércoles una campaña en Estados Unidos para convertirse en el estado número 51, que según su gobernador le permita acabar con más de 100 años de "colonialismo" y dejar de ser "de segunda clase".
"Es hora de poner fin a la ciudadanía de segunda clase y la estadidad es la única garantía de que eso suceda", dijo el gobernador Ricardo Roselló.
El archipiélago, un territorio estadounidense en el Caribe desde el fin de la guerra con España en 1898, está abrumado por una multimillonaria deuda y sigue tratando de recuperarse del arrasador pasaje de los huracanes Irma y María en septiembre pasado, que dejó a buena parte de los isleños sin energía eléctrica y agua potable durante meses.
"Debido al proceso de recuperación todo el mundo ha visto lo que significa ser un ciudadano de segunda clase, lo que significa que Puerto Rico se considere extranjero para algunas cosas", enfatizó Roselló, tras presentar en el Capitolio a la delegación con la que Puerto Rico se propone conseguir la estadidad.
El gobierno de Donald Trump, aunque destinó fondos de emergencia y envió personal de apoyo, fue acusado de no asistir a Puerto Rico con la misma urgencia que lo hizo con Florida y Texas, dos estados fuertemente golpeados en la misma temporada de huracanes.
"Ahora es el momento de que Estados Unidos actúe. Porque ser un territorio colonial por más de 100 años es insostenible", agregó Roselló.
Los isleños, estadounidenses por nacimiento desde 1917, exigen el reconocimiento de Washington como un estado más, con los mismos derechos y deberes del resto.
Esta causa fue respaldada por abrumadora mayoría en un plebiscito en junio del año pasado que recogió 97% de las adhesiones, tras cosechar un 61% de apoyo en 2012.
Los 3,4 millones de residentes en Puerto Rico no pueden votar en elecciones congresionales o presidenciales.
En Estados Unidos viven unos cinco millones de puertorriqueños, que automáticamente adquieren esos derechos políticos al mudarse al continente.
– Un paso histórico –
Si el territorio fuera un estado de Estados Unidos, tendría dos senadores y al menos cinco legisladores en la Cámara de Representantes, de acuerdo con fórmulas matemáticas basadas en su población.
El camino hacia la estadidad que adoptó Puerto Rico sigue el de Tennessee, que se convirtió en el estado número 16 en 1796, tras enviar una delegación congresional ante la indiferencia de Washington a sus planteos. Igual estrategia eligieron Michigan, Oregón, California, Iowa, Kansas y Alaska.
Para lograr su objetivo, es necesario que el Congreso estadounidense considere vinculante la decisión de los puertorriqueños sobre su destino.
"Esta delegación exigirá que Estados Unidos reconozca la voluntad del pueblo de Puerto Rico", señaló en el hemiciclo de la Cámara Jenniffer González-Colón, la única representante puertorriqueña en el Congreso estadounidense, que carece de voto.
La comisionada consideró "histórica" la presentación de la delegación congresional, conocida como "Comisión de la Igualdad", que incluye exgobernadores y exlegisladores de Puerto Rico republicanos y demócratas, y el independiente Iván "Pudge" Rodríguez, un exbeisbolista de las Grandes Ligas.
Puerto Rico quedó destruido tras el pasaje de María, que arrasó con los sistemas de energía eléctrica y telecomunicaciones, en tanto dañó carreteras y puentes. Según datos oficiales, 96% de la población accede actualmente a agua potable y 81% tiene electricidad.
Este territorio estadounidense se declaró además en bancarrota en mayo del año pasado con una deuda de 73.000 millones de dólares, en medio de una recesión agravada en la última década por el fin de las exenciones fiscales que atrajeron a multinacionales.