El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, ha presentado su dimisión. Su salida culmina un largo proceso de desencanto que arrancó al día siguiente a la investidura, cuando el presidente Donald Trump abroncó en privado a Spicer por lo que consideró su mala imagen.
Desde entonces, las relaciones entre el portavoz y el mandatario republicano habían sido tormentosas, hasta el punto de que Trump no había ocultado su distancia e incluso llegó a comentar que sólo lo mantenía en el puesto por “sus altos índices de audiencia”.
Esta tensión, según las primeras versiones, estalló este viernes cuando Trump decidió nombrar como director de comunicaciones de la Casa Blanca a Anthony Scaramucci, un financiero de Nueva York muy activo en la campaña. Amigo del presidente, de su hijo mayor y de su yerno, Scaramucci se ha distinguido por defender al republicano ante las cámaras de televisión.
Hace dos semanas logró una retractación publica de CNN por una información falsa. Esta rectificación vino acompañada por la dimisión de tres periodistas, entre ellos, la del jefe de investigación de la cadena.
Este éxito le hizo ganar puntos ante Trump, quien esta mañana le citó en la Casa Blanca para comunicarle su nombramiento. Spicer, ya en la cuerda floja desde hace semanas, consideró la medida una descalificación personal y, dada su oposición al candidato, presentó la dimisión.
No está claro que Scaramucci vaya a ocupar el puesto de portavoz. La dirección de Comunicaciones es un cargo más orgánico y de perfil estratégico. Su último ocupante, Mike Dubke, que dimitió a finales de mayo, apenas era conocido. Y su salida fue tomada en Washington como un asunto de segunda fila.
La entrada de Scaramucci tampoco presagia el final de las sacudidas en la Casa Blanca. La oposición demócrata ya ha puesto la mirada en él. Poco antes de que Trump fuese investido, el financiero vendió su hedge fund, SkyBridge Capital, a un conglomerado chino. Una venta que ha levantado suspicacias y que con seguridad será objeto de investigación.